La Participación Ciudadana como la Clave para Olvidar la Falsa RSE

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Por Rodrigo Kambayashi*

 

Cuando hablamos de participación ciudadana, nuestro imaginario social juega rápidamente para darnos las primeras ideas ligadas al gobierno y la democracia. Digamos que son símbolos más cercanos y evidentes. Sin embargo, una relación que no es tan explícita es como la participación ciudadana puede coordinarse con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) para que juntos, ambos conceptos exploten su potencial si se aplican coordinadamente bajo ciertas condiciones. Esta mancuerna puede incluso beneficiarse exponencialmente con la llegada de las empresas sociales.

La participación ciudadana tiene muchas expresiones diferentes de ejercerse y hacerse valer: Desde cartas, twitters, mails hasta contextos menos digitales como marchas, manifestaciones y plantones. Efectivamente, la participación ciudadana es un concepto íntimamente relacionado con la democracia; muchas veces cercana a la inconformidad, aunque también está íntimamente ligada a la acción participativa.

La concepción de la participación ciudadana es todavía limitada y la mayoría de las veces las personas se sienten satisfechas de ejercerla únicamente y gracias a su derecho al voto. Sin embargo, la democracia va mucho más lejos y está ligada a la participación del pueblo en las tomas de decisiones en todos los niveles. Es decir, la participación ciudadana puede ser también vista como un instrumento para exigir acciones claves que deberían ejecutar las empresas, en vez de gastar presupuesto en acciones buenas pero distractoras muy mediatizadas sin que estas resuelvan el impacto negativo de las actividades económicas creadas por las mismas empresas. Asimismo, esta acción sería la clave para fomentar otras iniciativas de mercado mucho más integrales en conjunto con otros actores.

Dejando un poco el tono político, quisiera exponerles un sueño. Una visión que poco a poco se hace realidad, que me murmura directamente al corazón y que puede ser expresada como una ecuación:

 

Sueño = f [a1(participación ciudadana integral) + a2 (empresas sociales efectivas)
+ a3 (nuevas tecnologías )]

 

Primera variable: Participación ciudadana integral. Ese poder solamente se podría ejercer gracias a una participación ciudadana consciente, proactiva, coordinada y sobre todo humana. Esta participación ciudadana integral sería el conjunto de una serie de pasos donde cada uno encuentra su manera de aportar y aporta. Ejerce su derecho y empodera a su comunidad. Inicialmente la participación ciudadana integral rechazaría el mínimo necesario de la zona de confort para abrazar la necesidad de sensibilizarse e informarse constantemente para actuar consecutivamente. Eventualmente, la participación ciudadana abriría caminos para que otros tomen el relevo, es decir, la creación de plataformas e instrumentos para hacer de este diálogo una herramienta que destape a lo que otros quieren tapar con un dedo.

Segunda variable: Empresas sociales efectivas. Esta variables se compondría de dos puntos de vista. Por un lado, los grandes corporativos que, gracias a la toma de conciencia de sus clientes, asumirían sus externalidades negativas y las convertirían en líneas de acción estratégicas de RSE. Las grandes empresas tendrían miedo de emprender acciones que implícitamente acepten abiertamente los efectos negativos de sus ejercicios, pero tarde o temprano tendrían que hacerlo.

En un segundo tiempo, cuando las grandes empresas estén conscientes de que estas acciones rebasan sus capacidades (pero las asumen éticamente), se formarán oportunidades de mercado para que empresas sociales broten aceleradamente en el sector privado de manera muy local. Esta nueva generación de empresas sociales responderá a temáticas sociales y ambientales con un modelo económico basado en la responsabilidad de las grandes empresas y sus externalidades negativas. Es decir, una vez que las grandes empresas entiendan que sus capacidades son limitadas y busquen eficiencia, buscarán a las empresas sociales para solventar la problemática. Las empresas sociales no dependen de donaciones, sino que serían pensadas con un modelo económico sustentable donde las grandes empresas serán los clientes principales de estas “pequeñas” empresas sociales. Pasamos de aquel idealista que recoge botellas de plástico en la playa a este emprendedor organizado que vende botellas de material reciclable a las grandes refresqueras. Se necesitará un cuadro legal que “invite” a las grandes empresas a contratar a empresas sociales o pagar su respectiva multa.

Tercera variable: Tecnología abierta. Transparente, que se alimente de datos de los usuarios en itinerancia continua. Esta nueva era se caracterizaría porque la tecnología se convertirá en una herramienta personalizada para identificar problemas, denunciar y abrir camino para proponer soluciones que permitan la optimización de recursos, tanto públicos como privados.

El punto clave de esta combinación, donde la participación ciudadana es la base, será la optimización de recursos para realmente dedicarse a lo que importa sin querer desviar la atención en acciones bonitas o leales. Las empresas que se quieran diferenciar por su responsabilidad social deberán abandonar el modelo antiguo de RSE. Dejar la popularidad y la reputación para abrazar la eficacia. Deberán dedicarse a resolver sus externalidades negativas. Ese es el único camino de la responsabilidad social plena y efectiva.

Estas soluciones combinadas podrían crear un ambiente más seguro y por lo tanto más atractivo. En cuanto estos datos sean abiertos, las empresas responsables podrían tomar cartas en el asunto y extender su acciones a temas más específicos. Incluso temas con impacto a corto plazo podrían tomar otra envergadura y la filantropía podría ser mucho más estratégica.

Ejemplo idealista 1: Imaginemos. Nuestros relojes inteligentes envían nuestros niveles de glucosa a una central. Existe una app que recibe estos datos y los compara en tiempo real con datos históricos existentes para emitir recomendaciones. Esta app está abierta para consulta de todos. Los habitantes de la ciudad X se sienten consternados. Gracias a esta plataforma la gran refresquera se da cuenta de que es ahí donde ellos tienen el 90 % del mercado y donde, además, el acceso al agua potable es limitado. Se discuten estos datos dentro de los planes estratégicos y en vez de plantar árboles la refresquera decide canalizar mejor esos recursos para organizar acciones que ayuden a solucionar el problema: Carreras, financiar clínicas e incluso desarrollar productos con una cantidad menor de azúcar. Eventualmente, podrían ayudar a desarrollar una infraestructura que permitiese el acceso al agua potable.

En un segundo tiempo, gracias a esta combinación de variables mencionada, y sin que la refresquera pueda hacer más, pero acepte su responsabilidad, los mismos ciudadanos informados podrían formar pequeñas empresas sociales que ataquen estas dificultades teniendo como cliente principal a la empresa que acepta y decide trabajar en sus impactos negativos relacionados con su núcleo de negocio.

Ejemplo idealista 2: En esa misma ciudad, los ciudadanos de X se dan cuenta de que su nivel de glucosa es específicamente problemático en los adolescentes. Gracias a la participación comunitaria y una mínima intervención del gobierno que facilitaría estas acciones a Juanita se le ocurre formar una empresa de eventos para incrementar la visibilidad de estas complicaciones; organizan visitas médicas a las escuelas y torneos de futbol entre los adolescentes con el financiamiento de la refresquera. Tanto la venta de boletos, como de souvenirs y la colecta de botellas de distintos plásticos, cubrirán los gastos de la organización de dichos eventos para que se lleven a cabo cada 3 meses. El programa escala de amplitud: de nivel regional con posibilidad de escalar a nivel estatal.

 

Es un sueño guajiro, lo sé. Hoy en día estamos aún lejos de una realidad similar pero
poco a poco el camino se empieza a trazar.

 

De un lado los análisis de materialidad de las empresas son cada vez más comunes. Estos exponen información clave de las externalidades negativas de las empresas y es el primer paso para transitar de una economía de la reputación de la RSE hacia una efectiva asignación de recursos para el desarrollo socioambiental estratégico. Las grandes empresas los rechazan pues tienen miedo de aceptar abiertamente sus impactos negativos. Hasta ahora es el principal freno para la inclusión de prácticas mucho más eficientes de RSE, pero lo que no saben, es que este momento llegará tarde o temprano y que, si no se posicionan como las primeras en hacerlo, perderán rápidamente la legitimidad que han construido artificialmente. El verdadero ADN de su ética de negocios será cada vez más expuesto.

Del otro lado tenemos no sólo aplicaciones que fomentan la participación ciudadana, sino plataformas digitales enteramente dedicadas a este tema. Un claro ejemplo es Apps4citizens o A4c. Este proyecto tiene por objetivo promover el uso de las aplicaciones como un instrumento útil para mejorar la calidad democrática de la toma de decisiones a través del compromiso social y político de la propia ciudadanía, “¿quieres ayudar a un mejor desarrollo de tu ciudad?”, esta plataforma habilita que los habitantes de las ciudades aporten ideas para fomentar el bienestar común y facilitar el consenso entre vecinos y comunidades. Cuenta con una appteca donde se filtra por temática, localización geográfica y sistema operativo.

La participación ciudadana es un derecho, pero poco a poco se convertirá en una tendencia con un fuerte sentido de obligación moral, mismo que ejercerá presión no solo a los gobiernos sino a las empresas para que estas realicen acciones efectivas contra sus efectos negativos, tanto a nivel social como ambiental e incluso económico. Los sistemas de transparencia se hacen cada vez más abiertos para todos. Esto abre un mundo de posibilidades donde poco a poco el panorama luce más optimista gracias a la tecnología, la coordinación ciudadana y la concientización de problemas sociales, específicamente gracias a la identificación de las externalidades negativas del sector privado ligadas a sus actividades económicas de manera responsable.

 

Rodrigo Kambayashi: Maestro en Sociología Organizacional y candidato a doctor en Sociología Económica por la Universidad de París Sorbonne en el tema de la RSE. Profesor de ética de negocios y RSE en el IESEG School of Management, Paris. Correo Electrónico: [email protected]

 

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