La genética ha emergido como una poderosa herramienta en la lucha contra la extinción de especies en peligro. Un ejemplo concreto de esta tendencia es el Banco de Germoplasma y Tejidos de Especies Silvestres Amenazadas (BanGES) del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que almacena una diversidad de muestras biológicas de animales en riesgo, desde semen y óvulos hasta piel y sangre.
Fundado en 2003 en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Ministerio de Medio Ambiente, BanGES ha evolucionado con el tiempo, pasando de su enfoque inicial en la conservación del lince ibérico a su misión actual: preservar la diversidad genética de especies emblemáticas de España, incluyendo el lince ibérico, el visón europeo, la foca monje y el oso pardo.
El responsable del banco, Eduardo Roldán, ha destacado el papel crucial de la genética en la conservación. Además de la tuvieron de óvulos, semen y embriones para la reproducción asistida, el banco puede proporcionar fibroblastos y otras células somáticas para posibles clonaciones en el futuro.
La clonación, aunque prometedora, debe llevarse a cabo con precaución. Roldán enfatiza que la diversidad genética es esencial para la adaptación de las especies a cambios ambientales. La reducción en el tamaño de las poblaciones conduce a la consanguinidad ya la disminución de la diversidad genética, lo que puede resultar en problemas de fertilidad y aumento de la mortalidad.
A medida que las especies en peligro de extinción enfrentan amenazas cada vez mayores, la genética emerge como una esperanza para su supervivencia. BanGES y otros esfuerzos similares en todo el mundo demuestran que la ciencia genética puede ser una aliada crucial en la lucha contra la pérdida de biodiversidad.