¿Obesidad Laboral causada por un conflicto de abandono?

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 La incertidumbre laboral presente como constante del mundo moderno ha disparado switches ancestrales alojados en lo profundo de nuestro cerebro de forma totalmente inconsciente, provocando la necesidad instintiva de protegerse ante posibles escenarios de inopia en cualquier nivel de la pirámide motivacional que sirve como eje principal para el entendimiento de la psicología humanista, dando como resultado efectos negativos extremos como la obesidad o el tabaquismo.

La obesidad laboral es un efecto negativo que se ha estudiado ampliamente en el mundo médico, sin embargo los estudios no han dado con una cura definitiva, ya que el génesis se encuentra no en un área física sino cognoscitiva del individuo, tal vez. Esta hipótesis se sustenta en el hecho de que el cerebro responde ante una señal de adversidad que detona una alarma interna que provoca un comportamiento para salvaguardar la propia existencia.  En este caso el detonante es el abandono y el comportamiento es el almacenamiento de grasas o líquidos.

En épocas inmemoriales el ser humano tenía como función única el sobrevivir, se alimentaba de la recolección y debía responder a esta actividad diariamente por la incapacidad de poder almacenar.  Cuando el individuo se encontraba ante un evento adverso el cerebro primitivo se obligaba a protegerse, por la falta de comida, la pérdida de las condiciones climatológicas propicias para sobrevivir o el verse apartado del núcleo social del que formaba parte.

Esta lucha psicológica la sobrelleva el cerebro a nivel inconsciente ya que es a este nivel en donde se interpreta las señales externas como ecos de lo que ocurría en sus etapas primitivas, protegiéndose de las mismas como un abandono (estar fuera del clan y vivir peligro de muerte) por comida (dietas), de contacto físico (segregación laboral), por falta de recursos para el sustento (bajos salarios), ante la sensación de peligro de muerte de forma simbólica (despidos o cambios organizacionales), orillando al cuerpo a protegerse, almacenando energía ante la inminente etapa de abandono. Con estos mismos procesos cerebrales, hemos pasado de aprender a sobrevivir a matarnos literalmente a nosotros mismos con estos hábitos.

Cuando el individuo en las organizaciones no alcanza a interpretar adecuadamente los distintos sentimientos derivados de su entorno, el cuerpo tiende a somatizar estas situaciones originados por un shock biológico, porque el cerebro no alcanza a identificar si lo que ocurre a su alrededor es real o imaginario, representando síntomas físicos por causas mentales. El cerebro percibe entonces la posibilidad de muerte. Y aquí surge la acumulación irracional de grasas (energía no utilizada) y con ello la obesidad.

México es uno de los países donde el salario promedio conflictua al individuo en su estabilidad económica, adicionado al flujo de empresas de outsourcing que manejan un nivel muy alto de incertidumbre laboral en el trabajador por la carencia de pertenencia inherente de su servicio, estos factores desencadena un desequilibrio emocional muy fuerte al no poder llegar a la autorealización”, comentó Arturo Ruiz Velasco Romero, Consultor certificado en estrategias de bienestar humano y fundador de OM Capital Humano.  “La obesidad laboral es un reflejo de una serie de conflictos internos, que se aunan al sedentarismo, mala alimentación y desequilibrios emocionales ante la incertidumbre de desconocer su futuro inmediato”.

En las empresas, las personas deben poder reconocer los distintos factores que predisponen el sentimiento de abandono. El “mindfulness”, como término aplicado a las estrategias laborales con relativa actualidad, lleva como acepción la de “atención plena”. La atención tiene que ver con observar claramente lo que obtenemos al leer nuestros sentimientos que generan malestar, quedando desencantados a un nivel visceral y desde esta postura desencantada, dejarlos ir  naturalmente.

Esto no quiere decir que por arte de magia dejarán de comer, mas con el tiempo, a medida que se aprende a desaprender, nos desprendemos de los viejos hábitos y formamos nuevos. La paradoja aquí es que el “mindfulness” busca el interés en conocer personalmente qué está sucediendo realmente en nuestro cuerpo y mente en todo momento.

Cuando estamos en atención plena de nosotros mismos empezamos a notar que los antojos son simplemente sensaciones corporales, hay opresión, hay tensión, hay inquietud y estas sensaciones corporales van y vienen. Son pequeñas experiencias que podemos gestionar de momento a momento en lugar de aplastarnos por ese enorme y escalofriante deseo en el que nos ahogamos.  En otras palabras, cuando somos concientes de nuestros sentimientos, salimos de nuestros viejos patrones de hábitos reactivos basados ​​en el miedo, y damos un paso adelante hacia la felicidad.

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