¿Cómo un político podría desarrollar un mandato responsable?

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¿Cómo un político podría desarrollar un mandato responsable?

En opinión de Alonso Castellot

Dando un taller de diseño de estrategias responsables, me cuestionaron sobre aspectos clave en los que un político podía desarrollar un mandato responsable. La discusión fue fructífera y trataré de sintetizar y compartir el sabor de aquel momento

Primero que nada, los ciudadanos somos vistos como masa o número en los votos, hay que partir del:

(1) reconocimiento pleno de la dignidad de todas y cada una de las personas. Uno de los aspectos de grave peligro de nuestros políticos latinoamericanos, es que se creen aptos para todo, tomando decisiones en temas que carecen del más básico conocimiento y, por ende, provocan los grandes errores históricos, presupuestales y de infraestructura que pasan de una generación a otra. Políticos y funcionarios deben

(2) especializarse e involucrase en aquello para lo que son realmente buenos, enfocarse donde sus competencias darán un gran resultado y contribuir con un trabajo de excelencia. No meterse en temas que desconocen, rodearse de los mejores en cada materia y escucharlos con humildad, para

(3) integrar equipos de trabajo que aseguren resultados impecables y por todas las vías evitar loscompromisos, cuates y compadres, generalmente ignorantes e ineficientes.

Sin duda hay decisiones que no son populares y pueden afectar en lo político, pero sus efectos en el largo plazo serán los mejores para la calidad de vida de los ciudadanos. El hacer un impresionante paso a desnivel o un aeropuerto espectacular es electoralmente rentable, aunque sólo beneficie a un número mínimo de personas; pero si se trata de un nuevo drenaje para la ciudad que beneficiará absolutamente a todos sus habitantes en el largo plazo por la disminución de inundaciones, al no apreciarse físicamente su efecto electoral se diluye. Se suma a lo anterior, lo que sucede entre una administración y otra, los funcionarios sistemáticamente le pasan la culpa de los errores a sus antecesores, en tanto los ciudadanos pagamos los errores sin sancionar al responsable; al político sólo le preocupan las consecuencias de su hacer en función de su carrera y el cambio radica en (4) revisar y ser consciente de lo que legará para las siguientes generaciones con cada una de las decisiones y procurar siempre maximizar el buen efecto de lo hecho en el largo plazo.

Parte fundamental del problema reside en que la sociedad hemos encumbrado a nuestros políticos cual deidades omnipotentes e intocables, quienes penosamente se enorgullecen en tanto mayor perjuicio causen a los ciudadanos o sus instituciones. Seguramente veremos una diferencia en su actuar cuando

(5) se reconozcan como empleados de la sociedad, que son pagados por los contribuyentes a quienes nos deben una rendición transparente de cuentas. Con frecuencia escuchamos grandes discursos que lamentablemente el orador no entiende. También y con mucha frecuencia los legisladores levantan el dedo a petición del líder de bancada lejanos de saber lo que están haciendo y su consecuencia.

(6) Hablar y actuar con ideas propias, expresar con base en lo que piensa y entiende, no con lo que sus asesores le dicen se tiene que expresar; que además es necesario para lograr congruencia y facilita el logro de los resultados.

Es más que vergonzoso cuando descubrimos falsedad en la historia de un burócrata, este tiene que (7) publicar datos verídicos y comprobables sobre su trayectoria, no inventar, maquillar, presentar el título de la benemérita Universidad de Santo Domingo u organizarse con sus colegas para otorgarse entre ellos un Doctorado Honoris Causa, sin validez académica real.

Esa expresión de la verdad se vuelve más trascendente cuando se trata de cuestiones económicas, tarde o temprano sale a relucir toda falsedad en la declaración patrimonial o rendición de cuentas de un funcionario; en los pasillos de las oficinas gubernamentales no se sabe el significado de honestidad, se requiere (8) desarrollar conciencia y prácticas éticas.

Finalmente, hay una vieja expresión del sistema político mexicano cuyo origen no he podido encontrar, pero su expresión muestra de inmediato la absoluta ausencia de (9) honestidad en las intenciones para llegar a un cargo o posición de poder. El argumento del DESEO DE SERVIR A MEXICO, trillado en exceso, carece de toda credibilidad. Si no hay un gran propósito que compartir, mejor que se callen.

¡Feliz 2018!

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