Cuatro prioridades para la competitividad en 2019
*Víctor Esquivel
En el 2019 las empresas afrontan un contexto definido por la complejidad geopolítica, los cambios significativos en las exigencias del cliente y el potencial que ofrecen las tecnologías emergentes para incrementar la competitividad. Los retos de la Cuarta Revolución Industrial, que apuntan a la llamada “Globalización 4.0”, demandan una mayor capacidad de adaptación ante las grandes transformaciones, así como una nueva fase de cooperación global para crecer de forma sostenible tanto por parte de las sociedades, como de las corporaciones.
En una nueva edición del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), los líderes globales debaten acerca de las coyunturas más importantes que caracterizan el entorno mundial, precisamente entre ellas, destaca el papel de la globalización 4.0 en la construcción de una nueva arquitectura internacional en el marco de la Cuarta Revolución Industrial.
En la actualidad la colaboración conjunta se muestra como un componente fundamental para el funcionamiento de la economía digital. Aprovechar la información derivada de las operaciones del negocio se ha convertido en un tema sumamente relevante que, junto con este trabajo cooperativo, tiene el potencial para que las naciones y organizaciones alcancen sus metas de crecimiento.
En 2019 es necesario que la Alta Dirección de las organizaciones atienda cuatro grandes prioridades que darán gran impulso a la competitividad de los negocios:
- Gestión del talento
- Transformación digital
- Ciberseguridad
- Innovación
1. Gestión del talento
En la medida en que se logren alinear los objetivos que poseen las compañías con la necesidad que tenemos como sociedad de dar ocupación a una fuerza laboral en aumento, el talento será pieza fundamental para el crecimiento, la satisfacción del cliente, la innovación y la transformación digital de los negocios.
Temas de gran disrupción en México y el mundo, como la inteligencia artificial que cada vez cobra mayor resonancia en medios y en la industria, son un gran reto para las empresas en nuestro país, dado que, en términos económicos, su fuerza laboral sigue siendo muy competitiva si se compara con la instalación y aprovechamiento de las tecnologías cognitivas como sucede en el caso de las empresas automotrices cuyo talento es reconocido en el mercado global, lo cual queda de manifiesto en el crecimiento que ha tenido este sector en el Bajío y otras regiones como el estado de Nuevo León.
Cada día que pasa, los enfoques tradicionales para gestionar tanto al talento como a los clientes pierden relevancia en economías industrializadas, pero esto también sucede en México, dado que la digitalización global ha derribado fronteras entre mercados, poniendo en entredicho decisiones como la imposición de aranceles en el marco de una guerra comercial entre distintas naciones, dado que las sociedades, empresas y personas están cada vez más interconectadas de forma virtual, eliminando de cierta forma las fronteras, gestando y materializando una transformación digital que hoy es ya una realidad.
2. Transformación digital
Considerando la relevancia que tienen las nuevas tecnologías emergentes en la configuración del mundo actual, la transformación digital de las organizaciones es un tema de supervivencia. Productos e industrias están modificándose progresivamente a un ritmo cada vez más acelerado. Tal es el caso de sectores que están destinando sus inversiones actuales a proyectos que buscan satisfacer una necesidad rápidamente cambiante de un futuro que aún no conocemos, lo cual acarrea un riesgo evidente.
En este contexto es que se aprecian fenómenos como la disrupción tecnológica que revolucionó (y sigue haciéndolo) la industria del transporte, modificando hábitos de uso, compra y venta de automotores como no se preveía que sucediera hace apenas un lustro. A pesar de ello, es posible considerar la disrupción tecnológica como una oportunidad más que como una amenaza, siempre y cuando se coloque al cliente como el foco de toda la estrategia del negocio, a partir del cual se ajuste la oferta de valor que brindan las organizaciones.
Partir del cliente y lo que demanda de la empresa, cambiar el modelo de negocio en función de sus necesidades si es preciso, muestra ser la clave para asumir la transformación y adaptación como un proceso en beneficio de la organización. Hoy es fácil ver cómo han evolucionado industrias completas; no obstante, el punto es identificar las señales tempranas de cambio que modificarán el mercado en uno, dos o tres años, cómo están alterándose los hábitos de consumo de los clientes e, incluso, cómo se da la convergencia de distintos sectores.
3. Ciberseguridad: mayor conciencia del riesgo
En meses recientes se han visto cada vez más de cerca eventos que han menoscabado la seguridad de la información de las compañías y grupos empresariales, lo que ha hecho que estos tomen mayor conciencia de que actualmente cualquier giro es susceptible de sufrir un ataque cibernético, elevando la prioridad de esta materia dentro de la estrategia operativa; sin embargo, aún hace falta mucho por realizar en este rubro en materia de protección.
En el caso de las organizaciones que han adoptado los sistemas tecnológicos desde hace tiempo, estos deben actualizarse en términos de seguridad para no ser presas de los ataques; por su parte, aquellas que apenas adoptan sistemas de gestión de recursos se encuentran en riesgo precisamente por la novedad que representan estas soluciones tecnológicas para su negocio. Además, siempre existe la posibilidad de tercerizar ciertos procesos o funciones, lo cual también acarrea amenazas latentes.
En cualquier escenario, sea la propia empresa o un proveedor de servicios quien realice determinadas responsabilidades, hay que definir el ámbito de seguridad en el que se desarrollan las operaciones de la organización. Aunque haya servicios que se lleven a cabo de forma externa, el ambiente de control dentro de la compañía debe ser óptimo, para garantizar la seguridad de la información.
4. Impulsar la innovación
Cada vez es más evidente la necesidad que tienen las organizaciones ya consolidadas de colaborar con jugadores especializados, como incubadoras o aceleradoras, con el objetivo de conocer las iniciativas que están realizando los emprendedores y encontrar las soluciones específicas que demandan sus clientes.
Las grandes corporaciones con presencia global, desde telecomunicaciones o servicios financieros hasta empresas dedicadas a la manufactura de bienes industriales, se están acercando a las start-ups como una manera rápida y efectiva de gestionar el tema de la innovación: adoptando de un tercero las soluciones que les están pidiendo sus propios consumidores. Este tipo de colaboración va construyendo, conforme se desarrolla, un ecosistema cooperativo que toma en cuenta qué está cambiando en los patrones de consumo del cliente con el objetivo de ver cómo incorporar la tecnología para atenderlos.
Por su parte, el involucramiento que la Alta Dirección está demostrando con respecto a estas iniciativas que está potencializando el impacto positivo que pueden tener en beneficio de las organizaciones.
A pesar de que vivimos en un ambiente global marcado por la incertidumbre, las decisiones de inversión no pueden esperar; ante ello, es necesario aprovechar las ventajas competitivas que las organizaciones ya tienen y las oportunidades de mercado con la estrategia adecuada para crecer a largo plazo.