Biodiversidad en América Latina
La región presenta la mayor pérdida en mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces entre 1970 y 2016 reporta el Informe del Planeta Vivo de WWF
El Informe, dado a conocer en todo el mundo, destaca que el motor más relevante de la pérdida de biodiversidad en los sistemas terrestres es el cambio de uso de suelo, principalmente la conversión de hábitats nativos prístinos (bosques, praderas y manglares) en sistemas agrícolas, mientras que gran parte de los océanos ha sufrido sobrepesca.
El reporte ofrece como uno de sus parámetros más relevantes el Índice del Planeta Vivo (IPV) que mide la abundancia de casi 21,000 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global.
El IPV recoge estas tendencias poblacionales para calcular sus cambios porcentuales medios en términos de abundancia entre 1970 y 2016.
CAMBIO DE USO DE SUELO, PÉRDIDA DE PLANTAS E INSECTOS
De acuerdo con el Informe, en América Latina y el Caribe, la pérdida de biodiversidad se debe en un 51.2 % a los cambios de uso de suelo, incluyendo la pérdida de hábitat y la degradación de los suelos. Esto implica la modificación del medio ambiente por remoción completa, fragmentación o reducción de la calidad del hábitat clave. Los cambios comunes son causados por la agricultura insostenible, la infraestructura, el crecimiento urbano, la producción de energía y la minería. Para los hábitats de agua dulce, la fragmentación de ríos y arroyos y la extracción de agua son amenazas comunes.
Desde los seres más diminutos hasta los más grandes del planeta, así como los suelos donde habitan, enfrentan un serio declive, advierte la edición 2020 del Informe del Planeta Vivo. Esta publicación emblemática de WWF subraya que:
Globalmente las poblaciones monitoreadas de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido en 68 %
En América Latina el resultado es aún más impactante con una reducción en promedio del 94 %
El índice de este año incluye casi 400 especies adicionales y 4 870 poblaciones más que el último Informe que se publicó en el 2018, con una representación mejorada en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente especies de anfibios.
“ADEMÁS DE LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS, LA BIODIVERSIDAD DEL SUELO PROPORCIONA UNA AMPLIA GAMA DE FUNCIONES Y SERVICIOS DE LOS ECOSISTEMAS, INCLUIDA LA RETENCIÓN Y PURIFICACIÓN DEL AGUA, EL CICLO DE LOS NUTRIENTES, LA DEGRADACIÓN DE ALGUNOS CONTAMINANTES Y LA REGULACIÓN DE LOS GASES DE EFECTO INVERNADERO, ASÍ COMO EL MANTENIMIENTO DE PLANTAS Y ANIMALES”
LUIS GERMÁN NARANJO
Director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia
También alerta sobre el creciente riesgo de extinción de especies vegetales. De hecho, la cantidad de estas especies extintas documentadas dobla la suma de mamíferos, aves y anfibios extintos. Se calcula que una de cada cinco especies vegetales (22 %) se halla amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales. Su pérdida conlleva graves consecuencias, pues las plantas constituyen los pilares estructurales y ecológicos de, virtualmente, todos los ecosistemas terrestres.
Por otro lado, existen evidencias de un declive reciente y acelerado de la abundancia de insectos, de su diversidad y biomasa, particularmente en Europa Occidental y en Norteamérica. Dado que la agricultura intensiva ha sido más temprana en estas regiones, parece bastante probable que esta reducción ofrece un adelanto de su drástico declive, de proseguir con las perturbaciones antropogénicas y alteraciones de uso del suelo. En particular es de resaltarse un notorio descenso de especies de abejorros en Norteamérica.
Actualmente, la mayoría de los lugares sin huella humana se concentran en solo un puñado de países: Rusia, Canadá, Brasil y Australia. Ahí se encuentran las últimas zonas realmente vírgenes de nuestro planeta.
PLANETA SANO, GENTE SANA
Los niveles actuales de impactos en el medio ambiente socavan la capacidad de los sistemas naturales para continuar beneficiando a la humanidad y también crean nuevas amenazas para la salud.
Las contribuciones de la naturaleza a la salud son diversas, desde medicinas tradicionales y productos farmacéuticos derivados de plantas, hasta la filtración de agua por humedales. Como tal, la pérdida de la naturaleza amenaza con desacelerar y, en algunos casos, revertir las tendencias positivas de salud y bienestar.
Un buen ejemplo de ello es la reciente emergencia de enfermedades zoonóticas, provocadas en gran medida por la degradación medioambiental. La pandemia global de COVID-19 está causando un enorme sufrimiento humano y numerosos trastornos sociales y económicos. Si bien los orígenes exactos del coronavirus siguen siendo inciertos, hasta el 60 % de las enfermedades infecciosas actuales proceden de animales, y casi las tres cuartas partes de estas de animales silvestres.
El Informe del Planeta Vivo concluye que, a fin de revertir esta pérdida de biodiversidad, la conservación es fundamental pero no suficiente. Exige transformar los patrones de producción y consumo de alimentos, impulsar un modelo donde los límites del planeta sustenten las decisiones políticas y económicas, y emprender acciones que ayuden a detener los motores del cambio de uso de suelo, reducir los desechos y favorecer dietas más saludables y sostenibles.