Participación ciudadana, más allá de la frase “sufragio efectivo, no reelección”

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POR RICARDO ACQUART

Una persona -o grupo de personas- están insertos en el contexto de una ubicación y circunstancia que les hacen ser partícipes de la sociedad, tienen un rol que jugar dentro de ella. Por otro lado, la parte “ciudadana” implica que una persona tiene la personalidad jurídica para ser considerada como un sujeto activo de la sociedad.

EL RETO QUE ENFRENTAMOS HOY ES QUE HAY MUCHOS INDIVIDUOS QUE ACTÚAN COMO SI SU ÚNICA PARTICIPACIÓN NECESARIA FUERA IR A VOTAR EN LAS ELECCIONES DE PUESTOS DE CARÁCTER PÚBLICO

Tendemos a crear caciques a los que les delegamos, de forma activa, todas las decisiones de la vida pública. Sin embargo, en los últimos años, ha habido cada vez más indicios de que el poder político representativo va perdiendo sus posibilidades de orientar del mejor modo el tema económico, ambiental y ético, con lo que se va agotando también su credibilidad.

Es necesario que todos estemos informados puesto que las personas sólo pueden actuar de una manera responsable cuando conocen y entienden sus derechos, oportunidades y obligaciones. Esto coloca a la persona en el centro de la acción a la hora de considerar las alternativas de participar socialmente.

Cuando una sociedad logra un cierto grado de tranquilidad es una evidencia el que sus ciudadanos estuvieron dedicados a construir lo que disfrutan, es decir, fueron responsables de participar en los asuntos de la comunidad. Lo hicieron desde las distintas formas en las que se puede hacer, ya sea en Organizaciones de la Sociedad Civil, en la Iniciativa Privada, en puestos de elección popular o en la academia. En todas esas instancias hay oportunidades de tener una parte activa en la gestión y promoción de una cultura de Responsabilidad Social, siendo un agente de cambio positivo una persona responsable y participativa en su lugar de trabajo, hogar, escuela y vecindario.

Cuando hay una sociedad en donde los ciudadanos solo se quejan, seguro ahí hay falta de participación ciudadana. Las democracias sanas necesitan ciudadanos responsables, donde cada individuo sabe cuáles son sus responsabilidades y está dispuesto a cumplir su parte en los problemas y retos que se tienen en los entornos colectivos; es decir, son capaces de identificar qué carencias hay, además de proponer y actuar sobre las alternativas para remediarlas.

¿Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL?

Con seguridad, la responsabilidad ciudadana individual es un requisito imprescindible para poder exigir responsabilidad a empresas, instituciones y gobiernos; de forma que la Responsabilidad Social no es un tema de segmento o de moda, sino que se trata de un conjunto de disciplinas que ya ofrecen beneficios de primer orden al permitir enfrentar los problemas sociales y ambientales al desarrollar prácticas que introducen mejoras en la ética en los negocios, la calidad de vida dentro de las empresas y gobierno, el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, reconfiguración de los esquemas de producción y consumo responsables, etcétera.

El funcionamiento de las instituciones del gobierno también ofrece un amplio campo de acción, puesto que los ciudadanos entendemos y vemos oportunidades de organizarnos para la incidencia en las causas de interés social y ambiental, con la intención de influir en la agenda y política pública para suplir las carencias que aquejan a nuestra sociedad y planeta. Esto es muy importante para poder proteger nuestros derechos, pues las decisiones políticas siempre nos afectan a todos, para bien o para mal.

Con el suficiente conocimiento y participación los ciudadanos responsables podemos marcar la diferencia a nivel local, para lograr una sociedad justa con la participación de todas las personas, reconociendo que todos tenemos nuestras responsabilidades.

De esta manera, la responsabilidad social y la participación de las personas, debe ser asumida con criterios claros y transparentes. La participación activa de las personas y la integración dentro y desde las empresas es la única base suficientemente sólida para lograr una injerencia social sobre la construcción de las soluciones públicas para atender el bien común, rompiendo con el paradigma desarrollista que solo busca beneficios económicos como fin último de todas sus actividades, sino que se comportan como un buen vecino, aportando positivamente a nuestro entorno, hoy y en el futuro.

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