Sociedad responsable pospandemia
POR ANA CRISTINA DAHIK LOOR*
El 11 diciembre de 1995, Aaron Feuerstein, director de Malden Mills, una fábrica de tex les ubicada en Lawrence, Massachuse s veía cómo un incendio arrasaba con la empresa que su abuelo había fundado en 1906. Feuerstein decidió seguir pagando a sus trabajadores a pesar de que la planta tex l no podía operar de acuerdo a sus capacidades.
En aquel momento fue catalogado como héroe por los distintos stakeholders de la empresa por la decisión de seguir pagando a sus empleados a pesar de la circunstancia que enfrentaban. Seis años después, la empresa se declaraba en banca rota. 20 años después, nos seguimos preguntando cómo juzgar la toma de decisión de Feuerstein.
¿Fue responsable seguir pagando a sus empleados a pesar de las circunstancias?
Así como Feuerstein, la comunidad empresarial hoy enfrenta otro po de incendio que amenaza con arrasar años de esfuerzos y logros construidos. En medio de lo que el Foro Económico Mundial (FEM) ha denominado una “incertidumbre radical” se vislumbran matices de ese fuego. De acuerdo al FEM, entre los principales riesgos que enfrentará la comunidad empresarial pospandemia se encuentran las inequidades que se esparcen, la fragmentación social, la polarización, el desempleo, las crecientes brechas digitales y la desilusión de la juventud que an cipa un futuro fracturado y sin salida.
Ante este panorama, hablar de una sociedad pospandemia responsable nos orilla en primer lugar, a recordar el entretejido sistémico de las interacciones sociales. Entender los cambios sociales suscitados por la pandemia, es forzarnos a analizar que hoy las unidades de impacto de los fenómenos sociales dificilmente se pueden entender de forma aislada. Dada esta interconexión, hoy sabemos que lo que afecta a una parte, afecta a todas. La pandemia ha hecho que esto sea más evidente que nunca y nos ha obligado a tener que pensar en los demás.
En segundo lugar, debemos asimilar que la pandemia nos ha obligado a re-entender, reimaginar y reconfigurar mucho de lo que creíamos que era normal. Esta reconfiguración le atribuye nuevos significados a espacios y recursos de nuestro entorno. Un ejemplo muy claro para entender esto, es el cambio que vivimos respecto a los espacios de trabajo tradicionales. Surgen nuevas expectativas sociales respecto a los usos que podemos hacer en los distintos espacios en los que jamás nos hubiéramos imaginado que podríamos trabajar.