Volteé a ver mi lugar de trabajo y me sorprendí…

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Personas con discapacidad

Por Karina Tapia Benítez.

La necesidad de muchas cosas, fundamentalmente de autonomía, independencia y libertad me hicieron buscar economía, pero no sabía por dónde comenzar. La respuesta lógica fue que necesitaba realizar una actividad que me dejara aunque fuera un poco de dinero.

Pero ¿qué puedo hacer con este cuerpo sin sensibilidad, con mi poco movimiento, con mi casi nula preparación educativa y sin ninguna capacitación?

Estaba decidido y fue cuando mi familia y yo buscamos soluciones. La silla era muy pesada e incómoda, además mi torpeza me hacía depender de alguien que empujara este pesado instrumento y me subiera o bajara los escalones.

Mi hermano comentó que en su secundaria había conocido un compañero que usaba una silla muy ligera, que nunca dejaba que trataran de impulsarlo porque lo hacia por sí mismo y era capaz de subir a laboratorios si así lo requería. Todos admiraban a Rubén, quien tenía una discapacidad que le dejó una simple caída de su patineta, ocasionando una fractura en su columna y más profundamente en su médula espinal, dejándolo sin movimiento de la cintura para abajo.

Con el pasar de la convivencia diaria, Rubén nos contó que había una asociación llamada VIDA INDEPENDIENTE MEXICO, misma que le había devuelto, no sólo la independencia de ir y venir donde y cuando él quisiera sin depender de nadie, sino que le había devuelto el amor por la vida y su deseo de seguir dirigiéndola por sí mismo.

Una grave enfermedad, un accidente, una vida violenta, la vejez y otros motivos nos paralizan de un día para otro, de ahí viene la reflexión. De golpe valoramos los brazos, las piernas, el cuerpo y su importancia. Nos damos cuenta de que perdimos entre tantas habilidades la más importante, la habilidad de juzgarnos con rigor. En lugar de comenzar por el principio, queremos levantarnos y andar; cuando la meta, levantar mi espíritu y andar FELIZ por el mundo tripulando mi vida.

Ahora sé quién soy por dentro, cuánto vale mi voluntad, hasta dónde llegaré, cuáles son mis cualidades y cuáles mis defectos. Después, me enseñó a manejar, con la fuerza de mi entusiasmo, la silla de ruedas que me subirá a una montaña si así lo decido. A llenar de información, de preferencia la más útil, mi cerebro. A capacitar mis partes útiles del cuerpo para apoyar a las que dejaron de funcionar como debían y a enterarme, de una vez por todas, que nadie va a resolver la vida que debo resolver yo mismo, porque es la vida mía. Después de recuperar ese gusto por la vida, conseguí, mediante una donación de silla de ruedas modelo Vida Independiente y con todo lo aprendido de mi mismo, un empleo.

Soy un dedicado jefe de departamento de capturistas de información y cuando miro a mi alrededor y veo a mis compañeros de trabajo, lamento que sólo yo tenga esta oportunidad, cuando sé que entre las personas con discapacidad, hay tanto talento desperdiciado.

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