Ética en las finanzas

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Por Adalberto Ortiz Ávalos

Adolfo Sánchez Vázquez, filósofo mexicano, apuntaba en 1981: la ética es un conjunto de “actos humanos: los actos conscientes y voluntarios de los individuos que afectan a otros, a determinados grupos sociales, o a la sociedad en conjunto”. En una acertada analogía con el mundo animal, Fernando Savater lo explica de otra manera: “A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres tienen la capacidad de inventar y elegir en parte su forma de vida. El ser humano suele optar por lo que evidentemente parece bueno, es decir, conveniente para ellos, frente a lo que parece malo e inconveniente. Y como se puede inventar y elegir, se puede equivocar, que es algo que, a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarse bien en lo que se hace y procurar adquirir un cierto saber vivir que les permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llaman ética”.

Ambos autores nos dan un consejo: no preguntes “¿qué debo hacer”? porque eso se convertiría en dogma, sino que es mejor preguntarse:

¿Qué es lo correcto hacer?

La noticia es que el mundo financiero no debería estar alejado de esa cuestión universal. Baste con recordar que algunas de las crisis financieras locales o mundiales han sido detonadas por acciones particulares, individuales, de seres humanos, que terminan por afectar a un país entero. Otras, han sido resultado de una maquinaria invisible que pareciera actuar de manera autónoma y que en algún momento nos hace pasar por la caseta de peaje. Algunos de esos eventos se han convertido en filme: La gran apuesta, Dirty Money o Inside Job. Todos ellos recomendables para ver.

Cada crisis ha tenido sus particularidades y su contexto. La concepción de la ética de las empresas ha pasado por diferencias sustanciales entre distintas épocas e incluso por diferentes áreas geográficas, lo cual refleja las particularidades de cada situación socioeconómica. En algunos países la conceptualización de la ética empresarial ha alcanzado un alto nivel de madurez. Hablamos de países como Finlandia, Japón o Suiza. Sin embargo, hay otros países en que la ética es cuestionable, y a veces no está determinada por el nivel de riqueza o pobreza del país en el que se encuentren. Así, el desarrollo de una ética global de los negocios está todavía en un estado embrionario.

Habría que hacer énfasis en otro fenómeno: la globalización ha traído que empresas multinacionales apliquen reglas éticas estandarizadas sin importar la región en las que se encuentren las oficinas. Es decir, hay una distinción clara entre una ética corporativa respecto a la ética que impere en el país donde opera. Mientras que cada cultura nacional difiere incluso de forma sustancial en los valores, las culturas corporativas establecen con claridad sus valores en las prácticas dentro del corporativo.

Por consiguiente, las culturas de las empresas pueden ser creadas y modificadas con mayor facilidad que las de un país. En ese sentido, un objetivo clave de la dirección de toda empresa es establecer, adaptar y monitorizar las prácticas correctas en toda la organización, con el fin de asegurar su unidad y su buen funcionamiento.

La industria financiera siempre ha sido y será el centro y detonante de la crisis; en ella han influido de manera clara ciertos comportamientos éticamente objetables en determinadas instituciones. En esta industria existe una acción clave, preponderantemente ética: gestión del riesgo, que es una función muy específica de la banca y que se ha revelado como determinante en la crisis. El papel sustancial, neural, de la gestión del riesgo tiene que ver directamente con la toma de decisiones monetarias en el marco de los intereses específicos de cada empresa y de sus accionistas; tales decisiones pueden afectar de manera muy profunda a amplios grupos de ciudadanos o al conjunto de la sociedad en su totalidad.

El gran reto ético que plantea cada crisis es cómo utilizar la gestión del riesgo de manera socialmente responsable, de tal manera que no se afecte a millones de personas por encima de las cuentas particulares de cada institución.

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