La ONU alcanza un acuerdo histórico para proteger los océanos del mundo

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Entre los 193 países de las Naciones Unidas se ha firmado un tratado, el primero de su tipo, para proteger la biodiversidad de los océanos del mundo, lo que supone un gran paso hacia la consecución de un objetivo que lleva décadas a la vista. Aún es necesario que la organización internacional y sus países miembros adopten y ratifiquen formalmente el acuerdo alcanzado durante el fin de semana en la sede de la ONU en Nueva York.

Durante más de un siglo, las naciones industrializadas, encabezadas por Estados Unidos, han utilizado el océano como vertedero de sus residuos plásticos y otros contaminantes. El mar también ha sido objeto de explotación de sus recursos y su medio ambiente, con la pesca de altura, la extracción de combustibles fósiles y la absorción de emisiones de carbono, todo ello pasando factura. A su vez, esto ha provocado un aumento de la temperatura del agua, mayores niveles de acidez y el deterioro de hábitats que antes eran prósperos bajo el agua.

Tras 16 años de debate, las Naciones Unidas están introduciendo por fin un marco jurídico para proteger los mares de estos abusos; sin embargo, sigue habiendo controversias sobre qué zonas deben protegerse específicamente, cómo deben compartir los activos marítimos los países más ricos y los más pobres, y cómo deben adherirse las compañías petroleras a unas normas de conservación más estrictas.

Los océanos llevan décadas sometidos a presión, declaró el miércoles el Secretario General de la ONU, António Guterres. “No podemos ignorar la emergencia de los océanos”.

No hay un solo país a cargo de la “alta mar”, clasificación que comienza a 200 millas náuticas de las costas de la mayoría de las naciones. En esas aguas hay una serie de leyes y acuerdos que regulan la navegación, la pesca y otras actividades humanas. El tratado, si se ratifica, establecerá un nuevo conjunto de normas en alta mar destinadas a proteger las especies marinas y el equilibrio de sus ecosistemas.

El acuerdo propuesto supondrá la creación de un nuevo grupo dentro de la ONU encargado de la conservación de los océanos y exigirá evaluaciones de impacto ambiental para cualquier actividad que se realice en aguas internacionales, incluido el turismo. Además, se crearían zonas oceánicas reservadas para actividades humanas restringidas. Estos santuarios son fundamentales para el compromiso de la ONU de proteger el 30% de la tierra y el mar para 2030 y permiten el crecimiento sin perturbaciones de especies, algunas aún desconocidas para el ser humano.

El biólogo marino Doug McCauley declaró a Grist el pasado marzo que la alta mar es especialmente vulnerable al cambio climático. Como consecuencia de los cambios en la temperatura de los océanos, su calentamiento y acidificación, estas zonas protegidas son al menos una forma de proteger a las especies de esta amenaza climática.

La salud de la alta mar está inextricablemente ligada al bienestar humano. Casi la mitad del oxígeno que inhalamos lo producen las minúsculas plantas que viven en el mar, y miles de millones de personas dependen de él para subsistir. Además, los organismos marinos podrían proporcionar a los biólogos material genético beneficioso para el tratamiento de enfermedades. El acuerdo alcanzado el sábado nos introduce en una era nueva y más segura, protegiendo tanto a nuestros océanos como a nosotros de problemas del siglo XXI como el calentamiento global, la contaminación, etc. La polémica sobre qué naciones se beneficiarían de los descubrimientos científicos realizados durante este proceso fue una de las razones por las que las negociaciones anteriores no lograron alcanzar un acuerdo jurídicamente vinculante sobre la gestión de los océanos.

El océano tiene una notable capacidad de recuperación, según Will McCallum, responsable de océanos de Greenpeace Reino Unido.

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