Greenpeace reporta que la ropa de segunda mano termina en África 

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Un reciente estudio de Greenpeace España revela una preocupante realidad sobre el destino de la ropa de segunda mano. Aunque muchas prendas son depositadas en contenedores para su reutilización, la mayoría termina exportada a países como Marruecos, India o Ghana. Según el informe, el 92 % de las prendas rastreadas acabó fuera de España, recorriendo más de 205.000 kilómetros en total, lo que equivale a cinco vueltas al mundo. Este hallazgo pone en evidencia las limitaciones del sistema actual para fomentar un consumo realmente sostenible.

El estudio también resalta que gran parte de la ropa recolectada no es reutilizada, sino desechada, quemada o convertida en trapos. En 2023, España exportó más de 129.000 toneladas de residuos textiles, mientras que solo el 4 % de la ropa desechada se recogió selectivamente. Este modelo de “comprar y tirar”, promovido por el fast fashion, no solo genera residuos masivos, sino que también contribuye significativamente a la crisis climática. La industria textil es responsable del 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, además de contaminar océanos con microplásticos provenientes de fibras sintéticas y ríos con químicos tóxicos usados en el teñido y estampado de prendas.

El impacto ambiental no es el único problema. La moda perpetúa desigualdades económicas y laborales, especialmente en países productores como Bangladesh, donde nueve de cada diez trabajadores textiles enfrentan inseguridad alimentaria, a pesar de que el sector representa el 20 % del PIB nacional. Además, producir una sola camiseta de algodón requiere 2.700 litros de agua, mientras que un par de jeans consume 7.500 litros, exacerbando la crisis hídrica global.

Hacia soluciones legislativas y responsabilidad ciudadana

Ante este panorama, Greenpeace subraya la necesidad de cambios urgentes. A partir de 2025, las empresas textiles en la Unión Europea estarán obligadas a gestionar los residuos que generan, lo que podría marcar un punto de inflexión en la reducción de la contaminación textil. Sin embargo, la organización insiste en que la legislación debe ir acompañada de un cambio cultural. Reducir el consumo, optar por ropa de mayor calidad y reutilizar prendas existentes son pasos fundamentales para mitigar el impacto ambiental y social de esta industria.

El estudio de Greenpeace es un llamado de atención para consumidores, empresas y gobiernos. Solo un enfoque conjunto que combine regulación estricta, innovación en procesos y una ciudadanía consciente podrá enfrentar la crisis global que representa la moda rápida y la gestión inadecuada de residuos textiles.

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