BP prioriza petróleo y gas, dejando de lado compromisos ambientales

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BP ha decidido reenfocar su estrategia hacia la explotación de petróleo y gas, reduciendo sus inversiones en energías renovables y alejándose de sus compromisos ambientales anunciados en 2020. La compañía británica había prometido una reducción del 40% en la producción de hidrocarburos para 2030, sin embargo, este objetivo ya se había ajustado al 25% en 2023 y ahora parece quedar prácticamente descartado.

Cambio de estrategia y justificación

El director ejecutivo de BP, Murray Auchincloss, argumentó que la transición energética ha sido más lenta de lo esperado debido a la volatilidad de los mercados, la guerra en Ucrania y el cambiante apoyo político a las energías limpias. Según Auchincloss, la demanda de hidrocarburos sigue siendo alta, lo que llevó a la empresa a reconsiderar su rumbo.

BP ha reducido su inversión anual en negocios de transición energética a entre 1,500 y 2,000 millones de dólares, lejos de los más de 5,000 millones previamente anunciados. Al mismo tiempo, aumentará su producción de petróleo y gas a 2.3 y 2.5 millones de barriles por día para 2030.

Críticas y reacciones

Organizaciones ambientalistas y analistas han criticado el giro de BP, considerándolo un retroceso en sostenibilidad que pone en duda la viabilidad de su objetivo de emisiones netas cero para 2050. Matilda Borgstrom, activista del grupo 350.org, señaló que la decisión refleja la falta de compromiso real de las grandes petroleras con el cambio climático y que la búsqueda de rentabilidad inmediata prima sobre la sostenibilidad a largo plazo.

El anuncio también ha generado preocupación entre inversionistas, quienes advierten que el crecimiento del sector de energías renovables podría dejar a las compañías petroleras en desventaja en el futuro. La apuesta de BP por los combustibles fósiles podría representar un riesgo financiero si los gobiernos imponen regulaciones más estrictas o si el mercado de energías limpias continúa expandiéndose.

Impacto en la industria energética

La decisión de BP refuerza la percepción de que el sector privado no puede liderar por sí solo la transición energética, y que sin regulación gubernamental clara y estricta, muchas empresas seguirán priorizando sus intereses económicos a corto plazo.

El giro de BP sienta un precedente preocupante para otras petroleras que han adoptado estrategias similares. Este cambio de dirección subraya la necesidad de acciones más firmes por parte de gobiernos y organismos internacionales para garantizar que los compromisos ambientales sean cumplidos y no flexibilizados según las condiciones del mercado.

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