A pesar de la creciente frecuencia e intensidad de los desastres naturales en América Latina y el Caribe, la inversión en prevención sigue siendo mínima. De acuerdo con el último informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres (UNDRR), el 78% del presupuesto destinado a la gestión de desastres en la región se enfoca en respuestas reactivas, dejando de lado estrategias preventivas.
Entre 2000 y 2022, más de 190 millones de personas fueron afectadas por 1,500 desastres naturales en la región. A pesar de ser la segunda zona más vulnerable del mundo, la inversión en prevención sigue siendo baja, con países como Guatemala, Perú, México, Jamaica y Brasil destinando entre 0.1% y 2.5% de sus presupuestos a la reducción de riesgos.
Este enfoque reactivo es hasta siete veces más costoso que la inversión en prevención. Además, la falta de seguros agrava el problema, ya que solo 5% de las pérdidas económicas por desastres están cubiertas en la región, comparado con el 40% en países desarrollados.
Necesidad de un cambio de estrategia
Expertos señalan que los países deben fortalecer sus sistemas de alerta temprana, invertir en infraestructura resiliente y mejorar la planificación para reducir los impactos de los desastres. Además, la cooperación internacional debería centrarse más en la prevención y no solo en la respuesta.
Sin una estrategia más efectiva, los países seguirán enfrentando altos costos económicos y la pérdida de vidas humanas. La adaptación y la inversión en prevención son esenciales para mitigar los efectos del cambio climático en la región.