Las sequías extremas, agravadas por el cambio climático y la mala gestión del agua, han empujado a más de 90 millones de personas a una situación de hambre severa, según un informe del Centro Nacional de Mitigación de Sequías de EE. UU. (NMDC), en coordinación con la ONU y agencias internacionales.
El reporte destaca que la crisis afecta especialmente a países del este y sur de África, como Somalia y Zimbabue, aunque sus impactos ya se extienden a regiones del Mediterráneo, América Latina y Asia. En Somalia, uno de cada cuatro habitantes está al borde de la inanición y más de un millón han sido desplazados. En Zimbabue, la producción de maíz cayó un 70 % y se han reportado más de 9,000 muertes de ganado por falta de agua.
“Esto no es una sequía. Es una catástrofe global de lenta evolución, la peor que he visto”, afirmó Mark Svoboda, director del NMDC.
Las pérdidas agrícolas, la muerte de ganado y la reducción del acceso a agua potable han generado un efecto dominó: desplazamientos forzados, inflación alimentaria, escasez energética y tensión social.
Impacto global
En América Latina, el Canal de Panamá reportó una reducción del 35 % en el tránsito marítimo entre octubre de 2023 y enero de 2024. En España, la producción de aceitunas cayó un 50 %, duplicando el precio del aceite de oliva. Marruecos atraviesa seis años consecutivos de déficit hídrico, mientras que Turquía enfrenta desertificación en el 88 % de su territorio.
En Asia, la sequía ha elevado los precios del azúcar debido a la baja producción en India y Tailandia. A nivel global, los precios de cultivos clave como arroz, café y caña de azúcar han subido, afectando tanto a productores como a consumidores.
Riesgo para el futuro
El informe proyecta que para 2035 una sequía promedio será un 35 % más costosa que en la actualidad. Además, advierte que la demanda mundial de agua dulce superará la oferta en un 40 % para el final de esta década.
Organismos internacionales urgen a los gobiernos a invertir en infraestructura hídrica, restauración de ecosistemas, agricultura sostenible y políticas de adaptación climática. También se solicita reforzar la cooperación multilateral para evitar una crisis humanitaria a mayor escala.
Una emergencia en marcha
“La sequía ya no es una amenaza futura. Está aquí, se intensifica y exige una cooperación mundial urgente”, advirtió Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación.
El informe concluye que si no se toman acciones inmediatas, las consecuencias de la sequía seguirán agravándose, afectando la estabilidad social, económica y ambiental a nivel global.



