Cuando el diálogo cambió el rumbo de México

Por Rosa Marta Abascal Olascoaga

VP nacional RSE

Coparmex

En julio de 1995, en el contexto de una de las peores crisis económicas en la historia reciente de México, un gesto inédito —el diálogo entre la CTM y Coparmex— marcó el inicio de una revolución silenciosa en las relaciones obrero-patronales. Tres décadas después, la Nueva Cultura Laboral (NCL) se mantiene vigente como un modelo basado en la dignidad humana, la corresponsabilidad, la productividad con justicia social y el diálogo como principio rector.

De la confrontación al encuentro

La crisis económica de 1994 no solo sacudió los mercados, también tensó el tejido laboral del país. Las relaciones entre sindicatos y empresarios eran, hasta entonces, marcadas por la desconfianza, el enfrentamiento ideológico y la falta de entendimiento. En medio de ese ambiente, el 25 de julio de 1995, Don Fidel Velázquez (CTM) y Carlos Abascal (Coparmex) se reunieron para firmar un acuerdo histórico: la construcción de una Nueva Cultura Laboral, con base en el diálogo y el bien común.

Aquella reunión no fue un acto simbólico, sino el punto de partida para transformar la empresa mexicana en una verdadera comunidad de personas, donde se reconociera la dignidad de cada trabajador, su capacidad de aportar, y el valor del trabajo como instrumento de realización humana.

Además, a partir de esta etapa fundacional de la NCL, comenzó a hablarse con fuerza y a incorporarse el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) dentro de las organizaciones mexicanas. Las empresas empezaron a verse no solo como unidades productivas, sino como actores sociales responsables, comprometidos con su entorno y con el desarrollo integral de sus colaboradores.

Los pilares de una revolución silenciosa

La NCL nació con una visión profundamente humanista. Entre sus principios centrales destacan:

  • El trabajo como medio de desarrollo integral, no solo de subsistencia.
  • La empresa como comunidad con propósito, no solo unidad de producción.
  • La productividad y la justa distribución de la riqueza como base de justicia social.
  • El diálogo, la capacitación continua y la corresponsabilidad como antídotos a la polarización.

Se propuso superar la visión de lucha de clases para dar paso a la cooperación. En palabras de Abascal: “La empresa será más competitiva cuanto más competente sea su gente”.

Este enfoque exigía una nueva cultura sindical, comprometida con la mejora continua, y una nueva cultura empresarial, centrada en la persona, la ética, la inversión social y la RSE como eje articulador de políticas que armonizaran los intereses económicos con los sociales y ambientales.

Avances y contradicciones

En las décadas siguientes, México vivió una disminución de huelgas, más acuerdos de productividad y una mejora del clima laboral en muchos sectores. Ejemplos como la empresa Sixta —que integró exitosamente a personas con discapacidad en su plantilla— mostraron que dignidad y productividad no están reñidas.

Sin embargo, los avances fueron desiguales. Las críticas señalan que en muchos casos los principios de la NCL quedaron en el papel, y que algunas reformas derivadas del proceso fueron utilizadas para precarizar el trabajo, no para dignificarlo. Las desigualdades, la informalidad y la baja remuneración siguen siendo asignaturas pendientes.

El reto actual

En su 30 aniversario, la NCL, Coparmex ha iniciado una etapa de Diálogo Social, adaptado a los desafíos contemporáneos: automatización, crisis climática, inclusión digital, equidad de género y sostenibilidad.

Hoy más que nunca, se subraya que las empresas deben ser generadoras de valor económico, pero también humano y social. La productividad sin justicia no es progreso, y la competitividad sin capacitación solo ahonda las brechas.

El diálogo social retoma la semilla de la RSE y la proyecta hacia una cultura empresarial que reconozca a la empresa como agente de transformación económica, social y ética.

La Nueva Cultura Laboral no es una nostalgia de los noventa. Es una brújula ética, política y empresarial para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Su vigencia está en su llamado: unir fuerzas, abandonar trincheras ideológicas, renovar el diálogo entre trabajadores y empresarios y reconocer que el desarrollo sostenible solo es posible cuando el trabajo se centra en la persona.

A 30 años de distancia, el reto no es conmemorar, sino concretar. No basta con recordar el encuentro entre Velázquez y Abascal. Hoy, el México digital, desigual y polarizado necesita muchos más encuentros como aquel. Porque los grandes cambios, como el de 1995, empiezan con un diálogo. Y ese diálogo sigue abierto.

Vota en nuestra encuesta

En este Black Friday, ¿qué será más importante para ti?

¡Comparte!

Facebook
WhatsApp
LinkedIn
X
Email

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¡Ayúdanos suscribiéndote y
compartiendo esta historia!

Recuerda que puedes enviarnos tus propuestas de historias y
comentarios a través del correo [email protected]

Espacio para
Banner publicitario