1 de cada 4 mujeres en América Latina no tiene ingresos propios: el desafío de la autonomía económica

En América Latina y el Caribe, la autonomía económica de las mujeres sigue siendo una deuda pendiente. El Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL reveló que 1 de cada 4 mujeres no cuenta con ingresos propios, mientras que en los hombres la cifra baja a 1 de cada 10. Esta brecha, más allá de un dato estadístico, refleja desigualdades estructurales que limitan el desarrollo de toda la región.

Una cifra que expone vulnerabilidades

No tener ingresos propios significa depender económicamente de terceros, lo que reduce la capacidad de decisión de millones de mujeres y aumenta sus riesgos sociales. La situación es más crítica en las mujeres jóvenes: 23% entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja, principalmente por estar a cargo de cuidados familiares, un rol que sigue recayendo de forma desproporcionada en ellas.

El peso invisible del trabajo de cuidados

Una de cada tres mujeres fuera del mercado laboral se dedica exclusivamente al trabajo no remunerado, esencial para el sostenimiento de la sociedad pero invisibilizado y desvalorizado. La CEPAL insiste en que avanzar hacia una “sociedad de cuidados” requiere redistribuir responsabilidades y reconocer el valor económico de estas labores con apoyos institucionales.

Datos que deben convertirse en acción

El renovado Observatorio incorpora herramientas como mapas de georreferenciación que permiten ubicar las brechas con mayor precisión y orientar políticas públicas. Para la CEPAL, no basta producir estadísticas: es urgente transformarlas en programas concretos de inclusión laboral, presupuestos con perspectiva de género y políticas que respalden a las madres jóvenes.

Juventud y desigualdad acumulada

El hecho de que casi una cuarta parte de las mujeres jóvenes esté fuera de la educación y el trabajo limita sus oportunidades futuras y perpetúa la pobreza intergeneracional. Servicios de cuidado, becas, programas de reinserción educativa y empleos dignos son indispensables para revertir este círculo de dependencia económica.

De las cifras al compromiso político

Los datos exigen decisiones valientes. Organismos internacionales y movimientos feministas coinciden en que se requieren marcos normativos que garanticen derechos laborales, estrategias de corresponsabilidad social y un presupuesto público sensible al género. Gobiernos, sector privado y sociedad civil deben sumar esfuerzos para generar empleos inclusivos y visibilizar el valor de los cuidados.

Hacia una sociedad de cuidados

La Conferencia Regional de la Mujer fue clara: sin autonomía económica para las mujeres, no habrá igualdad sustantiva posible. El reto es transformar compromisos como la Estrategia de Montevideo y el Compromiso de Tlatelolco en políticas tangibles que lleguen a los hogares.

La estadística de que 1 de cada 4 mujeres en América Latina no tiene ingresos propios no debe quedar en un titular: es un llamado urgente a construir una región más justa, equitativa y sostenible.

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