Por Pedro Morales, Especialista en derecho ambiental, GLZ Abogados
Conforme los temas relacionados con ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) han cobrado un creciente auge en nuestra sociedad, la cantidad de asesores, servicios, productos, anuncios y demás relacionados en la materia han parecido surgir de manera espontánea e incrementándose a una velocidad vertiginosa. Profesionistas especialistas en otras materias (muy diferentes en ocasiones), de la noche a la mañana se han anunciado como especialistas en ASG, ofreciendo sus servicios y publicando artículos (o incluso libros) que resultan ser una mera copia de otros artículos (que a su vez podrán ser copias de otros).
Vale la pena destacar que este fervor no es algo nuevo, y en el pasado se ha visto en lo que puede considerarse como antecedentes de ASG, tales como en materia de responsabilidad social, compliance, cumplimiento de estándares técnicos ambientales, y demás. Todos ellos vieron surgir una cantidad de productos y servicios, que se anunciaban como “ambientalmente amigables”, cuando en realidad muchas veces no lo eran (lo que constituye la base del greenwashing).
Ahora bien, el grave problema en la actualidad es que, si todo se anuncia como ASG, esto diluye sus objetivos y corre el peligro de que pierda su sentido en un futuro cercano. Al final del día, sabemos que por lo general la voluntad proambiental y social va ligada con las condiciones políticas y económicas. Esto es lamentable, dado que las necesidades ambientales y sociales son permanentes, pero es una triste realidad histórica. Recordemos inclusive en materia de inversión a los Principios de Ecuador, y cómo los mismos, en épocas de crisis, se les trataba de interpretar de la manera más inverosímil posible con la finalidad de financiar proyectos que en absoluto cumplían con dichos principios ambientales.
He podido ver, desde primera fila, asesores que pretenden vender sus servicios sobre asesoría ASG a empresas, con la finalidad de poder implementar políticas internas, cuando dichos asesores deben buscar rápidamente en internet conceptos básicos de ASG mientras hablan con dichos clientes prospectivos y preparan “check-lists” sobre políticas ASG, sin comprender los temas incluidos.
Vale la pena destacar que dichas asesorías que pueden ser consideradas como fraudulentas representan un grave riesgo, no solamente de prestigio para las empresas que contratan sus servicios, sino también legal. Es muy común que con dicha asesoría se publique información que sea: (a) falsa o inexacta, (b) confidencial, o (c) prueba de incumplimiento de obligaciones legales (por ejemplo, publicar niveles de emisiones de contaminantes, que, si bien se han reducido, violan límites máximos permisibles de las disposiciones ambientales aplicables).
¿Cómo puede remediarse esto? La respuesta, en principio y teóricamente, es fácil. Se necesita la creación de reglas, que determinen claramente lo que debe entenderse por ASG, así como los servicios ligados. Del mismo modo, certificaciones de instituciones reconocidas (no de cualquier organismo creado de manera express) son una herramienta útil, aunque el que existan diversas certificaciones diferentes acarrea el problema de que tengan criterios contradictorios o por lo menos diferentes en ocasiones.
Para efectos de inversiones y finanzas sostenibles, la Taxonomía Sostenible publicada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público contribuye enormemente a darle seguridad jurídica al tema ASG en el sector y evitar el greenwashing, siguiendo ejemplos similares de otros países y regiones.
De esta manera, la Taxonomía Sostenible de México tiene como objetivos generales “facilitar los flujos de financiamiento y la movilización de capitales hacia inversiones en actividades que contribuyan positivamente a objetivos medioambientales y sociales, así como generar información confiable para el mercado, a fin de contribuir a mitigar el riesgo de greenwashing y brindar mayor certidumbre y transparencia a los mercados.”
La taxonomía mexicana incluye no solamente objetivos ambientales, sino también sociales, y proporciona las bases para poder determinar qué actividades económicas se pueden catalogar como sustentables, con la finalidad de proporcionar información y seguridad para inversionistas en cómo y a dónde dirigir los flujos de financiamiento, con la finalidad de que a su vez puedan cumplir con sus objetivos y políticas internas ASG.
Ciertamente la Taxonomía Sostenible es un documento perfectible y que aun tiene algunas lagunas, pero es un paso importante para combatir el greenwashing que, como se comenta, tanto ha proliferado. No obstante, es un paso importante, que deberá ser seguido por las distintas autoridades en la materia. Esperemos que la voluntad política para ello no cambie con el tiempo.



