Mujeres indígenas reclaman un lugar en la COP30 para ser escuchadas

Indígenas mexicanos

“Somos las guardianas del planeta para la sanación de la tierra”. Con este lema, mujeres indígenas de distintos territorios llegan a la COP30 en Belém, Brasil, decididas a que sus voces resuenen en la conferencia climática más importante del mundo. Su demanda no es nueva, pero sí más urgente: ser reconocidas como actoras clave en la conservación ambiental y la resiliencia de las comunidades frente a los efectos devastadores del cambio climático.

Impactos desproporcionados

Durante la Marcha Nacional de Mujeres Indígenas, realizada en Brasilia en agosto, se evidenció cómo el cambio climático afecta con mayor dureza a mujeres y niñas indígenas: inseguridad alimentaria, sobrecarga de trabajo, violencia y limitaciones económicas. Pese a ello, son ellas quienes preservan semillas, protegen polinizadores, fertilizan suelos de manera orgánica y resguardan bosques.

“Somos quienes reflexionamos sobre el proceso de resiliencia en los territorios y transmitimos nuestro conocimiento a las nuevas generaciones”, señaló Alana Manchineri, asesora internacional de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab).

Delegación indígena histórica

La COP30 busca reunir a la delegación indígena más grande de la historia, con al menos mil acreditaciones en la Zona Azul, donde se desarrollan las negociaciones oficiales. Hasta ahora, los récords habían sido en la COP21 y COP28, con unas 350 acreditaciones. Este salto refleja la creciente presión de los pueblos originarios para ser incluidos en la agenda global.

Brasil, país anfitrión, anunció espacios como la Aldea COP, que recibirá a tres mil indígenas, además de capacitaciones específicas para mujeres. Sin embargo, el reto va más allá de la logística: históricamente, incluso cuando las mujeres logran llegar, son los hombres quienes ocupan los espacios de decisión.

Justicia climática con rostro de mujer

Para Dalí Ángel, del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac), la participación de las mujeres indígenas no es solo un acto de justicia, sino una estrategia indispensable de adaptación climática. Su conocimiento de plantas medicinales, casas de semillas y agricultura resiliente son piezas fundamentales para enfrentar la crisis alimentaria y sanitaria en territorios vulnerables.

El movimiento indígena presentó incluso una Contribución Determinada a Nivel Nacional (CDN) paralela a la de Brasil, exigiendo reconocimiento explícito de su rol en la mitigación climática y acceso directo a recursos financieros, de los que hoy apenas reciben un 1%.

Territorio y vida: la raíz de la agenda

Para estas mujeres, cualquier debate sobre sostenibilidad empieza en el territorio. La minería ilegal y la deforestación no solo destruyen ecosistemas, también afectan su salud y soberanía alimentaria. Estudios recientes en Pará muestran niveles alarmantes de mercurio en mujeres embarazadas debido a actividades mineras ilegales.

La defensa del territorio es, por tanto, defensa de la vida. La COP30 se convierte en un puente: llevar la voz de las comunidades a un escenario global y regresar con compromisos que protejan sus derechos y sus tierras.

Capacitación y empoderamiento

La preparación de las delegaciones incluye talleres previos, encuentros internacionales y capacitación para que las mujeres puedan negociar en igualdad de condiciones. El desafío no es solo internacional: implica también romper barreras patriarcales internas, garantizar apoyos logísticos y familiares para que las madres puedan participar plenamente y evitar que su presencia sea simbólica.

“Necesitamos llegar empoderadas, con herramientas que nos permitan tener mayor incidencia en los espacios de negociación”, enfatizó Ángel.

Hacia una COP30 inclusiva

La COP30 es una oportunidad histórica: dar espacio real a quienes han protegido los ecosistemas por generaciones. Para que las decisiones internacionales sean legítimas y efectivas, deben incluir las voces de las mujeres indígenas, guardianas de conocimientos que combinan ciencia, cultura y espiritualidad.

Su mensaje es contundente: la justicia climática requiere equidad de género y reconocimiento cultural. El futuro de la tierra no puede decidirse sin quienes, desde hace siglos, han sido sus principales cuidadoras.

Vota en nuestra encuesta

En este Black Friday, ¿qué será más importante para ti?

¡Comparte!

Facebook
WhatsApp
LinkedIn
X
Email

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¡Ayúdanos suscribiéndote y
compartiendo esta historia!

Recuerda que puedes enviarnos tus propuestas de historias y
comentarios a través del correo [email protected]

Espacio para
Banner publicitario