Por Jorge Esteve Recolons
Presidente
Consejo Nacional Agropecuario
Tras 22 ediciones anuales, el Foro Global Agroalimentario se ha consolidado como un espacio clave para el diálogo, la reflexión y la construcción de soluciones para el sector agroalimentario en México. Durante los pasados 11 y 12 de septiembre, en la bella ciudad de Chihuahua, congregamos a 23 conferencistas de 13 países de cuatro continentes (América, Europa, Asia y África), quienes representaron a organismos internacionales, ministerios de agricultura, empresas, legisladores, consultoras e instituciones de investigación de gran prestigio. Su participación permitió revisar con profundidad los temas que hoy marcan la agenda global de la alimentación y proyectar el camino hacia un futuro más resiliente, innovador y sostenible.
El contexto en el que se llevó a cabo este encuentro no pudo ser más desafiante: choques en el comercio agrícola mundial, nuevas regulaciones en los mercados, tensiones geopolíticas, efectos cada vez más severos del cambio climático, inseguridad hídrica y presiones crecientes sobre los sistemas de producción. A esto se suma un reto ineludible: hacia 2050 seremos cerca de 10 mil millones de habitantes en el planeta, lo que obligará a aumentar en al menos 60 % la producción de alimentos con recursos naturales cada vez más limitados. La respuesta no puede ser producir más a cualquier costo, sino hacer más con menos, garantizando la sostenibilidad.
Durante el Foro, se coincidió en que alimentar a la población mundial requiere transformar profundamente los sistemas agroalimentarios. Esto implica apostar por una agricultura resiliente basada en ciencia, innovación y colaboración, capaz de incrementar la productividad al tiempo que se respeta al medio ambiente y fortalece la cohesión social en el campo. La digitalización del agro, inteligencia artificial, agricultura de precisión, robótica y blockchain ya están marcando la pauta, pero requieren de políticas públicas sólidas, inversión en infraestructura rural y capital humano preparado para que sus beneficios lleguen no solo a las grandes empresas agroalimentarias, sino también a los pequeños y medianos productores.
En este sentido, la inclusión de los pequeños productores en las cadenas de valor fue uno de los temas más destacados. Ellos aportan alrededor de una tercera parte de los alimentos que llegan a la mesa, pero enfrentan desafíos estructurales como la marginación, la falta de financiamiento y la degradación ambiental. Transformar al productor informal en empresario exige una estrategia integral que contemple ecosistemas de valor, acceso a tecnología, incentivos para la mejora continua y mecanismos de conexión directa con los consumidores. Este esfuerzo no solo eleva ingresos y calidad de vida en las comunidades rurales, sino que también refuerza la competitividad del sector y lo hace más sostenible a largo plazo.
El agua, recurso estratégico por excelencia, ocupó un lugar central en las discusiones. La seguridad hídrica es un tema crítico, pues sin agua no hay agricultura ni futuro alimentario posible. Los expertos señalaron la urgencia de articular una política hidroagrícola integral que considere la interdependencia entre agua, energía y ecosistemas, y que fomente la adopción de tecnologías que optimicen su uso. En este rubro, las oportunidades para atraer inversión y acelerar la transición hacia sistemas productivos más eficientes y sustentables son enormes, siempre y cuando exista una colaboración estrecha entre gobiernos, empresas, academia y productores.
Asimismo, se subrayó que los problemas que enfrenta la agricultura no pueden resolverse de manera aislada. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la marginación social y la volatilidad de los mercados requieren respuestas integrales y de carácter global. El Foro dejó claro que la cooperación internacional no es una opción, sino una condición indispensable. En un entorno marcado por el proteccionismo y las tensiones geopolíticas, la apuesta debe ser por un nuevo paradigma de gobernanza global que coloque a la sostenibilidad en el centro de las decisiones comerciales, financieras y políticas.
Los resultados de esta edición reflejaron su relevancia: más de 10,400 participantes (3,510 presenciales y 6,965 virtuales) y la presencia de poco más de 100 expositores en el Pabellón Agroalimentario, entre empresas, productores y organismos, que mostraron productos y desarrollos innovadores a lo largo de cinco mil metros cuadrados. Asimismo, se contó con un Centro de Negocios que permitió conectar a productores del Estado con empresas líderes del sector agroindustrial, favoreciendo el acceso a nuevos mercados y el fortalecimiento de la competitividad regional; de esta forma, se concretaron 109 citas de negocios, con la participación de cerca de 100 empresas, entre proveedores y cadenas comerciales de gran relevancia. Este interés ratifica que el Foro Global Agroalimentario es una plataforma influyente para posicionar los temas estratégicos del campo y visibilizar la importancia de toda la cadena productiva: productores, agroindustria, proveedores de insumos y servicios, así como consumidores.
Desde el Consejo Nacional Agropecuario, reafirmamos nuestro compromiso de seguir impulsando este diálogo plural, con una visión constructiva y de largo plazo. La sostenibilidad no es un concepto “accesorio”, es el eje rector que debe guiar la política agroalimentaria, la inversión y las decisiones de cada eslabón de la cadena. Producir de manera sostenible significa garantizar la seguridad alimentaria presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para alimentarse.
Hoy, más que nunca, el futuro de la alimentación exige decisiones firmes, innovación constante y solidaridad entre naciones y actores del sector. No podemos dejar que la desigualdad tecnológica o la falta de financiamiento sigan ampliando la brecha entre países desarrollados y en desarrollo, ni entre grandes y pequeños productores. Si logramos fortalecer la resiliencia del campo, garantizar su viabilidad económica y hacerlo bajo criterios de sostenibilidad, estaremos construyendo no solo un agro más competitivo, sino también un futuro con paz, prosperidad y alimentos suficientes para todos.
El Foro Global Agroalimentario, 2025 nos dejó una lección clara: los retos son enormes, pero las oportunidades también lo son. México, con su agroindustria pujante, su diversidad productiva y el talento de su gente, tiene todo para ser protagonista en la construcción del “futuro de la alimentación”.



