La supervisión financiera en Estados Unidos experimentó un cambio significativo al eliminarse los guías obligatorias sobre riesgos climáticos para grandes instituciones bancarias. Esta decisión, impulsada por la Federal Reserve System (Fed), la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) y la Office of the Comptroller of the Currency (OCC), marca un alejamiento de la ruta regulatoria previa que promovía la integración de riesgos ambientales en la gestión financiera.
¿Qué cambió?
En octubre de 2023 se introdujeron principios para que bancos con activos superiores a US$100 000 millones incluirán en su gestión escenarios climáticos, gobernanza ambiental y riesgos de transición energética. Menos de dos años después, esas directrices fueron revocadas. Las autoridades argumentan que los marcos existentes ya cubren los riesgos materiales, sin necesidad de normas específicas para el cambio climático.
Tensiones internas y efectos globales
La decisión fue aprobada por cinco votos a dos en la Fed, donde dos miembros expresaron su desacuerdo. El gobernador crítico señaló que revocar esas guías en un momento de riesgo creciente para el clima “desafía la lógica” y reduce la credibilidad en la supervisión.
Esta modificación no sólo afecta el ámbito interno, sino que genera dudas sobre la capacidad de los bancos estadounidenses para cumplir estándares internacionales como los definidos por el International Sustainability Standards Board (ISSB) o el Task Force on Climate‑related Financial Disclosures (TCFD). En un contexto donde Europa y Asia amplían regulaciones climáticas para el sector financiero, esta retirada coloca a los bancos de EE.UU. en una posición más expuesta.
¿Retroceso o nueva estrategia?
Por un lado, la medida puede interpretarse como un abandono de la presión regulatoria hacia el sector financiero para que internalice riesgos climáticos y promueva la transición. Por otro, las autoridades la justifican como una intención de simplificar el marco y evitar duplicidades, dejando que cada banco gestione sus riesgos bajo normas prudenciales generales.
¿Y ahora qué sigue?
Sin un marco climático específico, los bancos deberán adoptar instrumentos internos robustos para documentar y responder a riesgos físicos (como inundaciones o huracanes) y de transición (como el aumento de políticas de carbono). Al mismo tiempo, los inversores y agentes globales demandarán mayor transparencia y coherencia en los reportes de sostenibilidad.
En resumen, la eliminación de esas guías representa un cambio profundo en el razonamiento regulatorio: la supervisión climática deja de ser un requisito explícito para la banca de alto nivel en EE.UU. y pasa a ser considerada una parte más dentro del marco general de riesgos financieros. Esta decisión podría redefinir cómo el sistema financiero se posiciona frente al cambio climático en los próximos años.



