Durante la COP30 celebrada en Belém, Brasil, Unilever llamó a los gobiernos del mundo a elevar la ambición de sus planes climáticos nacionales para que la transición hacia una economía baja en carbono sea realmente viable para el sector empresarial. La compañía sostuvo que la acción climática no puede recaer únicamente en la iniciativa privada: se requiere un marco regulatorio que brinde certidumbre a la inversión y permita escalar soluciones sostenibles en toda la cadena de valor.
La delegación de Unilever estuvo encabezada por Hannah Hislop, directora de Sostenibilidad – Clima, y Andrés González, director de Brasil y director general de Belleza y Bienestar para Latinoamérica. Ambos remarcaron que las empresas ya están avanzando con hojas de ruta de descarbonización, pero que los avances podrían ser más rápidos si los países fortalecen sus Compromisos Nacionales Determinados (NDCs) y los alinean con las metas del Acuerdo de París.
Hislop advirtió que el cambio climático representa “un riesgo real para el modelo de negocio”, particularmente por la fragilidad de las cadenas de suministro frente a eventos extremos como sequías prolongadas, inundaciones o incendios forestales. Según explicó, si los países presentan planes climáticos más robustos, las empresas podrán invertir con mayor seguridad en tecnologías limpias, agricultura regenerativa y alternativas a los químicos derivados del petróleo.
En paralelo, Andrés González resaltó la importancia de que la COP30 se realice en Brasil, un país cuya biodiversidad lo convierte en actor clave en la lucha contra el calentamiento global. Subrayó que la protección de los ecosistemas es un activo económico y que conservarlos es imprescindible para la resiliencia futura de los negocios. Para ilustrarlo, compartió los avances de un proyecto de agricultura regenerativa de soja, desarrollado junto con CJ Selecta, cuyo objetivo es aplicar prácticas sostenibles en 45.000 hectáreas para 2030. Esta superficie cubriría entre el 70 % y el 90 % de la soja utilizada por la marca Hellmann’s en el país.
Unilever sostiene que si los gobiernos fortalecen sus políticas climáticas, el sector privado podrá movilizar más recursos financieros hacia innovación y tecnología. La compañía pide reglas claras: precios efectivos al carbono, incentivos para acelerar la energía renovable, eliminación gradual de combustibles fósiles y medidas que impulsen la reconversión de industrias de alto impacto, como la química, vital para categorías como limpieza y cuidado del hogar.
Uno de los principales desafíos para reducir la huella de carbono de Unilever es la procedencia de sus materias primas. Actualmente, muchos de los ingredientes utilizados en sus productos provienen de combustibles fósiles. La empresa trabaja junto con sus proveedores para desarrollar alternativas biológicas y acelerar su disponibilidad a escala industrial. Hislop subraya que actuar antes no solo disminuye emisiones, sino que también abre oportunidades de negocio.
En Brasil, más del 80 % de la energía utilizada por Unilever procede ya de fuentes renovables como biomasa o biometano. El modelo se está replicando globalmente: en India, la compañía firmó recientemente un acuerdo de suministro con energía renovable para abastecer a diez de sus fabricantes aliados.
Para Unilever, el mensaje es claro: la acción climática es una responsabilidad compartida. La empresa asegura que los próximos cinco años serán determinantes para cumplir sus metas, y que el éxito dependerá de una colaboración estrecha entre gobiernos, industria y sociedad.
