Alerta sobre el cacao: algunos productos podrían estar vinculados a la deforestación

Una reciente investigación advierte que ciertos productos elaborados con cacao podrían tener en su origen granos cultivados en zonas deforestadas, lo que pone en entredicho la sostenibilidad de parte de la industria del chocolate. A pesar de los compromisos declarados de muchas marcas, parte del cacao que llega al mercado mundial provendría de áreas donde la tala de bosque ha sido significativa, especialmente en países de África Occidental, el sudeste asiático y otras regiones tropicales.

La producción de cacao ha sido identificada como uno de los impulsores más persistentes de la deforestación global. En países como Costa de Marfil, Ghana, Liberia e Indonesia, la expansión de plantaciones de cacao ha contribuido a la pérdida masiva de selvas y bosques primarios, llevando a una reducción dramática de la biodiversidad, pérdida de hábitats críticos para fauna silvestre y degradación del ecosistema. En muchos casos, las nuevas plantaciones reemplazan zonas forestales protegidas o comunidades de bosques antiguos, lo que aumenta los riesgos ecológicos.

Aunque algunas empresas chocolateras han asumido compromisos para no comprar cacao asociado a deforestación, los mecanismos de trazabilidad y certificación aún no garantizan por sí solos que todos los granos provengan de fuentes responsables. Según los expertos, existe una gran opacidad en las cadenas de suministro: el cacao con riesgo ambiental puede mezclarse con cacao declarado como sostenible, lo que dificulta comprobar su origen real y mantener un estándar claro de conservación.

El problema no es menor. La deforestación impulsada por el cultivo de cacao no solo amenaza bosques y biodiversidad, sino también exacerbadas desigualdades sociales. Muchas de las tierras donde se expande el cultivo estaban ocupadas por comunidades indígenas o campesinas, que pierden acceso a recursos naturales, territorios y medios de vida sostenibles. Además, el monocultivo intensivo de cacao debilita suelos, reduce su fertilidad y los deja más vulnerables al cambio climático.

La advertencia actual propone que consumidores, empresas y reguladores estén alerta. Antes de asumir que un chocolate es “eco-friendly”, es crucial revisar sus cadenas de suministro, exigir transparencia, apoyar mecanismos de trazabilidad reales y promover modelos agrícolas alternativos como la agroforestería, que permiten cultivar cacao sin destruir bosques. Solo así podrá transformarse el cacao en un ingrediente verdaderamente sostenible y compatible con la conservación del planeta.

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