Millennials, buenos consumidores y futuros empresarios responsables

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Por Rodrigo Manrique / Director Ejecutivo de IASE México

 

Tanto estudios de comportamiento como la percepción cotidiana nos muestran que desde los millennials se ha gestado una transformación importantísima en

la mentalidad de los niños y jóvenes, en cuanto a su consumo y preocupación por el cuidado del medio ambiente.

 

Un estudio de Morgan Stanley de hace cuatro años (2017) señala que 85 % de los millennials buscan invertir en empresas sustentables y con enfoques sociales, y 75 % cree que sus inversiones pueden influir en el cambio climático. No olvidemos que para 2025 ellos cubrirán tres cuartas partes de la fuerza laboral global.

 

Pero si los millennials ya tienen un chip diferente, la Generación Z —aquella que nació entre 1994 y 2010— están mucho más revolucionados: entre 75 % y 80 % de estos chicos se preocupan y actúan para proteger su entorno, lo que incluye sus hábitos de consumo, la disminución de su huella ecológica, el cuidado de la salud o la preocupación por la comunidad.

 

Estamos teniendo generaciones hipersensibilizadas con su entorno y actúan en consecuencia. La juventud está y estará modificando en este siglo el comportamiento de la oferta y la demanda, a base de exigir cada día mejores productos y trabajar o crear empresas con una empatía activa en lo social y ambiental.

 

Estas generaciones nacieron en el centro del problema, no experimentaron un cambio, como nosotros, que nos hemos tenido que reeducar y entender que las cosas ya no son ni serán como antes.

Otro dato: 54 % de la Generación Z está dispuesta a pagar más por productos sostenibles, la disposiciónde los millennials es de 50 %, en contraste con la X, que es de 34 %.

 

Estas generaciones vienen cargadas de una responsabilidad social de origen, tienen una sensibilidad hacia los impactos ambientales de sus decisiones diarias que ninguno de nosotros tiene. Y esto es porque entienden su realidad, por eso también están molestos con nosotros, sus padres.

 

Los jóvenes de ahora, que serán la fuerza laboral en pocos años, prefieren las bicicletas o un transporte público eficiente en lugar de automóviles (que antes era signo de lujo), no les gustan los plásticos, revisan las etiquetas en las tiendas. Son críticos, conocen sus opciones, saben discernir. No se creen nada fácilmente.

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