el futuro lo exige y es una inversión ganar ganar
Por Marlene García Padilla, Directora General Ejecutiva de CONTPAQi®, compañía líder de desarrollo de software empresarial y contable de México.
La Inteligencia Artificial (IA) ha transformado rápidamente diversos sectores, impulsando innovaciones y creando oportunidades. Sin embargo, el crecimiento exponencial de esta tecnología viene acompañado de un aumento significativo en el consumo de energía, generando preocupaciones ambientales. A medida que la IA sigue expandiéndose, es fundamental que la industria enfrente los desafíos de la sostenibilidad para evitar que estos avances tecnológicos comprometan la salud del planeta.
La revolución digital está aquí y transforma ya
nuestra realidad a un ritmo imparable
Cada clic, cada algoritmo y cada máquina que aprende acelera nuestras vidas y las de las empresas. En este escenario, las mujeres tienen el talento, las ideas y la capacidad para liderar el futuro. No obstante, su incursión en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) sigue siendo limitada en el presente… y eso debe de cambiar.
Por esta razón, considero que impulsar la participación de las mujeres en las disciplinas STEM no solo es una cuestión de equidad; es un desafío estratégico que compromete nuestra capacidad de innovar y prosperar.
¿Por qué es crucial apostar por la inclusión femenina en STEM? Porque el 75 % de los empleos del futuro dependerán de habilidades tecnológicas.
En áreas como la inteligencia artificial (IA), la biotecnología y la ciberseguridad, el mundo necesita perspectivas diversas. Sin embargo, según el Foro Económico Mundial, al ritmo actual, se necesitarán 134 años para alcanzar la paridad de género en estas áreas.
Este retraso no solo representa una brecha de oportunidades, sino también una pérdida estratégica para la economía del mundo.
¿Y qué ocurre en México? En nuestro país, solo el 38 % de quienes estudian STEM son mujeres.
Esta cifra refleja una subrepresentación que limita tanto el desarrollo de las mujeres como la capacidad del país para competir en un mercado que depende cada vez más de la tecnología.
Cada mujer que se suma a STEM no solo rompe barreras; también inyecta creatividad, resiliencia y nuevas ideas que fortalecen la economía, reducen la brecha de género y aseguran un progreso más equilibrado. Sin embargo, cada año que pasa sin priorizar esta inversión es como dejar herramientas vitales sin usar mientras
intentamos construir un futuro inclusivo.
El momento de actuar es ahora, empoderar a las mujeres para que lideren el cambio no es solo una cuestión de justicia social es una decisión estratégica que garantiza sostenibilidad, competitividad y progreso.
Pero hablar de inclusión no puede quedarse en palabras
Es necesario convertir los discursos en acciones concretas y esto comienza al ser inclusivos también en términos económicos. La educación, la investigación y los programas de formación sonpilares estratégicos que deben transformarse en oportunidades tangibles para garantizar que el talento femenino en STEM pase
del potencial a la realidad.
Este compromiso debe ser compartido
Los gobiernos tienen la responsabilidad de priorizar políticas que financien programas educativos accesibles y enfocados en habilidades tecnológicas. Las empresas, por su parte, deben entender que la diversidad no es un costo, sino una inversión: innovación, productividad y competitividad. Solo un ecosistema donde lo público y lo privado trabajen juntos podrá capitalizar las oportunidades que ya están tocando la puerta.
El futuro no esperará
Cada peso invertido hoy en preparar a las mujeres para liderar la transformación digital es una garantía de beneficios para mañana. Cada mujer que entra en STEM es como una pieza esencial en un reloj complejo; sin su contribución, la maquinaria del futuro no funcionará.
En conclusión, invertir en esta rama no es solo ganar-ganar; es la única manera de asegurar que la tecnología y la innovación sean verdaderamente inclusivas, tanto en las aulas como en las salas de juntas de las organizaciones, grandes y pequeñas. No es solo un tema de equidad ni una elección estratégica; es la clave para construir un futuro en el que todos podamos prosperar.



