El desperdicio de alimentos en Iberoamérica alcanza cifras alarmantes: 127 millones de toneladas al año, según la FAO. Para combatir este reto, se han desarrollado aplicaciones y plataformas digitales que conectan excedentes con consumidores, ONG y comunidades vulnerables. A continuación, cinco casos de éxito:
- Too Good To Go (España y América Latina) nació en Dinamarca y hoy vincula a restaurantes, panaderías y supermercados con usuarios que adquieren “packs sorpresa” de productos del día a precio reducido. Este modelo recupera costos para los negocios, ofrece ahorro a los consumidores y reduce emisiones de CO₂ al aprovechar alimentos que de otro modo se perderían.
- Cheaf opera en México, Chile y desde hace poco en Argentina, donde suma más de 350 000 descargas y 200 tiendas. Su marketplace ha salvado más de 5 500 toneladas de comida, evitando la emisión de 14 millones de kg de CO₂. Además, colabora con el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos de Argentina, disminuyendo las mermas entre un 20 % y un 50 %.
- Encantado de Comerte (España) combina economía circular y solidaridad en cinco ciudades (Madrid, Zaragoza, Logroño, Santiago de Compostela y Vitoria). Asociada con Cáritas y CEAR, canaliza excedentes filtrados por tipo de alimento hacia quienes más lo necesitan, fortaleciendo la ayuda comunitaria de proximidad.
- Phenix cuenta con presencia en varias capitales europeas, incluidas Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Sevilla. Además de ofrecer packs de excedentes, permite a los usuarios seleccionar dietas específicas y premia la fidelidad, incentivando el uso recurrente de la plataforma.
- Bene Bono (España) se especializa en frutas y verduras descartadas por defectos estéticos. Disponible en seis ciudades, defiende un consumo saludable al tiempo que apoya a agricultores locales y promueve productos de proximidad, demostrando cómo incluso los alimentos “imperfectos” tienen un lugar en la mesa.
Estas cinco iniciativas ilustran cómo la tecnología y la colaboración con comunidades y organizaciones pueden reducir el desperdicio alimentario, generar ahorro, impulsar la economía local y contribuir a la lucha contra el cambio climático.



