La turbulencia severa en vuelos comerciales está aumentando, y expertos advierten que el cambio climático podría intensificar aún más este fenómeno en las próximas décadas. El calentamiento global está alterando los patrones atmosféricos, provocando inestabilidad en corrientes de aire que antes se consideraban relativamente estables.
Investigaciones recientes indican un incremento del 55% en la turbulencia severa sobre el Atlántico Norte, una de las rutas más transitadas del mundo. Regiones como Asia Oriental, el norte de África y Medio Oriente también muestran señales de mayor riesgo. El tipo más peligroso de turbulencia —la de aire claro— es invisible al radar y se presenta sin previo aviso, aumentando la vulnerabilidad de pasajeros y tripulaciones.
Aunque los aviones están diseñados para resistir fuertes movimientos, la seguridad de los pasajeros depende en gran parte del uso constante del cinturón. Según datos de 2023, la turbulencia fue responsable del 40% de las lesiones graves a bordo.
Además del riesgo físico, el aumento de estos incidentes representa un desafío económico para las aerolíneas, que enfrentan inspecciones no programadas, compensaciones y desvíos que elevan el consumo de combustible. Se estima que cada aerolínea podría gastar entre 180 mil y 1.5 millones de libras al año debido a la turbulencia. En 2019, los desvíos relacionados con mal clima generaron 19 mil toneladas adicionales de emisiones de CO₂ en Europa.
Para mitigar el problema, las aerolíneas han adoptado nuevas medidas, como asegurar cabinas a menor altitud y limitar el servicio de alimentos calientes. También se desarrollan tecnologías avanzadas como sensores atmosféricos e inteligencia artificial para detectar cambios repentinos en el aire y adaptar las aeronaves en tiempo real.
La industria enfrenta un doble reto: reducir su huella de carbono y adaptarse a un entorno climático cada vez más inestable. La respuesta requerirá inversiones en innovación, pero también una mayor transparencia y responsabilidad frente a los efectos del cambio climático que ya se hacen sentir a 10,000 metros de altura.



