- Estos sistemas almacenan energía en forma de frío, reducen el consumo eléctrico y ayudan a enfrentar el cambio climático.
Ante el aumento global de las temperaturas y la presión sobre las redes eléctricas, surgen alternativas que buscan combinar eficiencia energética y sostenibilidad. Una de las más prometedoras son las baterías de hielo, sistemas que almacenan energía térmica para su uso posterior y que están transformando la forma en que hospitales, centros de datos y edificios comerciales gestionan la refrigeración.
El Hospital Norton Audubon, en Kentucky (EE. UU.), es uno de los referentes en la aplicación de esta tecnología. Cada noche congela más de 280,000 litros de agua, que durante el día sirven para mantener climatizados quirófanos y salas. Con este método, ha logrado reducir gastos energéticos en más de 278,000 dólares en un solo año y ahorrar casi 4 millones desde 2016, disminuyendo también las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a los sistemas tradicionales de aire acondicionado.
Cómo funcionan las baterías de hielo
Las baterías de hielo almacenan energía en forma de frío. Durante la noche, cuando la demanda eléctrica y los costos son más bajos, el sistema utiliza electricidad para congelar agua. Durante el día, ese hielo se derrite y enfría el agua que circula por el sistema de ventilación, evitando el uso de compresores eléctricos en horas pico.
El principio es sencillo y eficaz: usar la energía cuando es más limpia y barata, y aprovecharla después para enfriar. Este enfoque no solo reduce los costos operativos de los edificios, sino que también disminuye la presión sobre la red eléctrica y la dependencia de combustibles fósiles.
Empresas como Trane Technologies, Nostromo Energy e Ice Energy han desarrollado versiones adaptadas para distintos sectores, desde hospitales y centros de datos hasta complejos educativos y edificios gubernamentales.
Una alternativa sostenible y segura
Las baterías de hielo son consideradas una tecnología altamente sostenible por varias razones:
- Reducen el consumo eléctrico en horas de alta demanda, cuando la energía suele provenir de fuentes más contaminantes.
- Disminuyen las emisiones de carbono al optimizar el uso de electricidad nocturna, más limpia y abundante.
- No requieren energía adicional para descongelarse, lo que mejora la eficiencia operativa.
- Ofrecen una alternativa más segura frente a las baterías de litio, que presentan riesgos de incendio en entornos críticos como hospitales o centros de datos.
De acuerdo con Ted Tiffany, de la Coalición para la Descarbonización de Edificios, “almacenar energía para usos posteriores es el futuro de la red eléctrica”. En este contexto, las baterías de hielo representan una solución concreta ante el calor extremo y la creciente necesidad de sistemas de refrigeración sostenibles.
Aplicaciones y expansión global
El uso de esta tecnología está en rápida expansión. California se ha convertido en uno de los principales mercados, utilizando sistemas de almacenamiento térmico para compensar la reducción de energía solar al anochecer. En México y América Latina, algunos complejos corporativos y centros comerciales comienzan a explorar su adopción para reducir picos de consumo y cumplir objetivos de sostenibilidad.
Además de los hospitales, los centros de datos —que consumen más del 4 % de la electricidad de Estados Unidos— han identificado en estas baterías una herramienta clave para su eficiencia y resiliencia energética.
Innovar para enfriar sin calentar el planeta
Las baterías de hielo ejemplifican cómo la innovación tecnológica puede ser aliada del clima. Al permitir que los edificios enfríen sus espacios sin aumentar la carga eléctrica diurna, estos sistemas contribuyen directamente a la descarbonización del sector energético.En un contexto donde el aire acondicionado se vuelve una necesidad de salud pública, las baterías de hielo ofrecen una forma tangible de enfriar el planeta sin calentarlo más. Su adopción marca el rumbo hacia una transición energética más limpia, eficiente y responsable.



