En opinión de Alonso Castellot
Esta será la quinta y última entrega relacionada a la perspectiva responsable o sostenible de las grandes tendencias transversales de la Cuarta Revolución Industrial. En los cuatro artículos anteriores tratamos:
- El diseño de los modelos de negocios disruptivos a partir de la digitalización de las relaciones humanas.
- La gestión y automatización de procesos productivos por medio de inteligencia artificial y uso de robots.
- La desaparición de barreras y distancias, permitiendo a las personas una nueva gestión individual del tiempo y el espacio.
- La transformación radical de los canales de distribución y venta, de la mano con la personalización de oferta y entrega.
La quinta gran tendencia es la gestión y aprovechamiento de las grandes cantidades de datos, conocida globalmente como Big Data. Todos y cada uno de nosotros generamos permanentemente una huella digital, en la medida que usamos con mayor intensidad el Internet, generamos más datos y por ende la huella digital se incrementa. Aun cuando se trate de una persona que no sea usuaria activa de internet, algún otro individuo u organización generará datos relacionados con esa persona. Del gran volumen de datos que generamos, personas y cosas, se puede obtener información valiosa e incluso estratégica de todo tipo, por ejemplo, sobre el comportamiento de los mercados, características y patrones de los consumidores de un producto, desempeño de vehículos en condiciones específicas, tendencias sobre enfermedades y padecimientos, y todo aquello que podamos imaginar medir a partir del registro digital que vamos dejando personas y cosas.
Acorde al reporte anual que publican conjuntamente en 2019 la agencia creativa especializada en social media We Are Social y Hootsuite, la plataforma de gestión de redes, en el que muestran las principales tendencias en el uso de internet y recursos asociados, en el primer trimestre del año se estimó que somos 4,388 millones de internautas, lo que significa 57 de cada 100 personas del planeta. Por otra parte, en lo que refiere al internet de las cosas, se prevé que para 2020 habrán conectados a la nube más de 26 mil millones de aparatos, todos generando registro digital en tiempo real. Tomando en cuenta diferentes estimaciones, podemos decir con certeza que en el 2018 el flujo global de la nube superó los 10 Zettabytes o dicho de otro modo los 90,444,732,965,739,290,427,392 Bits.
El Big Data nos impone un gran reto ético y de seguridad frente a la pérdida de privacidad de las personas y la terrible vulnerabilidad que puede hacerse tangible en un simple hackeo de la cuenta de Facebook®, la intervención de cuentas bancarias, suplantación de personalidad o incluso secuestro. ¿Hasta dónde cada persona debe compartir información, podemos exigir que otros nos la entreguen y cuál es el límite para utilizarla? En este aspecto se torna especialmente importante analizar de manera muy responsable cómo usar o compartir los datos, entendiendo claramente las repercusiones con todos nuestros grupos de interés.
Así mismo, el acervo digital nos puede ayudar en la búsqueda de soluciones a problemas sociales y ambientales, la riqueza de los datos es fuente de investigación científica que puede abrir nuevos horizontes y claridades.
Esta Cuarta Revolución Industrial modificará significativamente las formas de generación de riqueza, como las de contribución al bien común. Veremos cómo se alcanzan nuevas economías de escala; podremos impactar con soluciones virtuales y de bajo costo en zonas lejanas y marginadas; con relativa facilidad habremos de incluir a aquellos por la historia siempre excluidos; surge una nueva equidad que democratiza el conocimiento y las oportunidades para todos; evoluciona un entorno donde la tecnología nos regala la transparencia que obliga a una nueva ética; quien mienta, trance, extorsione o robe estará cada día más expuesto a la mirada y juicio de la sociedad; estamos frente a una de las mayores disrupciones de la humanidad que, debidamente aprovechada, hará de este un mundo mejor.