El futuro del trabajo necesita de tecnologías que trabajen al 100% para nosotros

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Juan Pablo Jiménez, Vicepresidente de Citrix Latinoamérica y El Caribe

Pensar en el futuro del trabajo y su relación con la tecnología genera múltiples reacciones y teorías. Algunos temen por la automatización de puestos de trabajo, a otros les preocupa el rol que tendrán los robots en un futuro cercano, algunos ven la evolución del trabajo como algo lejano acostumbrados a promesas de cambios que se hablan mucho en la teoría pero que poco ven suceder en la vida cotidiana. Sin embargo, según un estudio reciente que realizamos en 6 países de Latinoamérica “El trabajador digital en 2019”, el 96% cree que la tecnología tendrá un rol positivo en el trabajo en los próximos 10 años.

Incluso cuando les pedimos detallar cómo creen que la tecnología modificará el trabajo en 10 años, nos hablaron de que creen que llegarán nuevas aplicaciones y tecnologías, que se necesitarán habilidades especializadas, habrá mayor automatización y avanzará el trabajo remoto. ¿Pero cuáles son los primeros avances concretos que veremos? ¿Qué rol específico tendrá la tecnología?

El cambio más significativo de cara a los empleados será contar con tecnologías diseñadas para ayudarlos en su día a día laboral. Seguro al leer esto muchos piensen ¿no es ese el propósito de la tecnología desde siempre? Y es cierto, pero muchas veces terminamos nosotros involucrados en procesos engorrosos que lejos de darnos agilidad y productividad, complican nuestra jornada. El ejemplo más claro es el email: recibimos muchos emails por día, en algunos casos solo estamos copiados y no requiere ninguna acción de nuestra parte pero la única forma de saberlo es leerlos. Si no eres una persona sumamente metódica y organizada se acumularán- incluso ya leídos- en tu bandeja de entrada. Todo esto sin contar la cantidad de interrupciones que supone la llegada de múltiples correos electrónicos. Es decir, el email nos ayuda a recibir información pero nosotros tenemos la ardua tarea de gestionarlo, ordenarlo, determinar prioridades, monitorearlo constantemente, etc.

Un escenario totalmente diferente sería que las tecnologías trabajen 100% para nosotros y nos indiquen qué es lo prioritario que tenemos que resolver cada día; que organice, guie y automatice. Que nos indique atajos para hacer tareas repetitivas reduciendo el tiempo que solemos dedicar a ellas y que elimine la sobrecarga de información. Que nos permita personalizar lo que necesitamos, porque lógicamente lo que cada uno necesita para ser productivo es diferente. Que evite múltiples inicios de sesión a cada herramienta que tenemos que usar a lo largo de la jornada laboral.

Todo esto parece sencillo pero no lo es, y de hecho, no está sucediendo en el entorno laboral actual. La experiencia de los usuarios es compleja en un mundo que cada vez tiene más aplicaciones pero que continúa fallándoles a las personas en términos de agilidad, simplicidad y expectativas. El espacio de trabajo ha evolucionado en los últimos años, pero tiene que dar un salto de calidad: ese gran paso que lo llevará de espacio de trabajo digital a espacio de trabajo inteligente.

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