Una COP que no estuvo a la altura de la emergencia climática.
Por Federico Morales Dondé
En palabras de Joe Thwaites, experto en finanzas climáticas del World Resources Institute, “la falta de acuerdo es mejor que un mal acuerdo”.
El 2019 fue un año de movilizaciones globales por un futuro climáticamente estable. Ciudades, empresas y organizaciones han declarado la emergencia climática y 121 países manifestaron su intención de avanzar hacia la Carbono Neutralidad al 2050. Pero, en el otro extremo, en el 2019, incendios sin precedentes arrasaron con bosques de Sudamérica y otras partes del mundo, al tiempo que temperaturas récord se registraron en todo el planeta. Además, Estados Unidos formalizó su pedido de salida del Acuerdo de París, y mientras tanto, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.
El 26 de noviembre de este año, a solo días de la COP 25, se publicó la nueva edición del Informe sobre la Brecha de Emisiones 2019. Dicho reporte evidenció que como humanidad estamos fallando en el tema del Calentamiento Global 2°C. Si se cumplieran los compromisos actuales presentados en el marco del Acuerdo de París, la temperatura media global aumentaría en 3.2°C.
Esto significa que, si no reducimos las emisiones de los gases de efecto invernadero a 25 gigatoneladas anuales para el 2030, el acuerdo de París será completamente inalcanzable y la descarbonización del mundo imposible.
La Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático prometía ambición, pero no logró su objetivo. Después de una negociación que se extendió por 44 horas más de lo programado, los países no alcanzaron acuerdos para avanzar en la reglamentación del Acuerdo de París, dejando tras de sí cuestionamientos sobre que, si bien es necesario hacer algo al respecto de la crisis climática, no está movilizándose con suficiente rapidez.
Pero no todo es malo; fuera de las negociaciones multilaterales entre los países involucrados, las calles en diferentes países, la sociedad civil, la comunidad científica, hombres, mujeres y niños de poblaciones urbanas e indígenas se han organizado para crear debates, demandas a sus gobiernos y propuesto soluciones para la crisis climática.
Por esta necesidad de cambiar drástica e inmediatamente la trayectoria de emisiones, la COP25 se presentó como la COP de la ambición. Expertos en el tema establecieron una fecha para revisar y aumentar los compromisos reflejados en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas como el que los países se alineen con la meta del Acuerdo de París o el financiamiento de las pérdidas y los daños con el financiamiento que exigen el aumento de los recursos de capital y tecnológicos.
No es una gran sorpresa que Estados Unidos fuera el gran opositor para otorgar compensaciones, pero tuvo apoyo de la Unión Europea, Australia y Canadá. El resultado final de las negociaciones sobre este punto fue un texto que, por un lado, urge la acción y el apoyo a los países más vulnerables con financiamiento, transferencia tecnológica y fortalecimiento de capacidades, para hacer frente a las pérdidas y los daños. Pero, por otro lado, no especifica mecanismos de financiamiento ni tampoco establece que los países desarrollados sean la fuente de ese financiamiento.
A pesar de todo, la COP mostró otros avances y señales de aumento de ambición. El 11 de diciembre se presentaron avances en la Alianza de Ambición Climática, donde el compromiso ha sido asumido por 121 países de la conferencia Parte de la Convención, 14 regiones, 398 ciudades, 786 empresas y 16 bancos de inversión que han recibido con la implementación de acciones climáticas.
La Alianza de Ambición Climática también prevé adoptar metas de adaptación enfocadas en la gestión sostenible del agua, la infraestructura resiliente y las ciudades. Sin embargo, se debe subrayar que el establecimiento de esta meta, si bien establece una visión unificadora concreta y medible, es apenas un primer paso. También se deben fortalecer los mecanismos de monitoreo de la implementación de las acciones necesarias para alcanzar la meta de neutralidad del carbono para el año 2050.
