¿Qué contribución pueden tener las ciudades en la lucha por el cambio climático?

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cambio climático

Por Francisco Suárez Hernández

Si bien son motores del crecimiento económico, las ciudades enfrentan el desafío de la creciente carga de problemas de salud física y mental, inactividad física, condiciones ambientales adversas y factores múltiples de estrés. Ya tenemos registrado y comprobado que la contaminación del aire literalmente está matando personas, y que nuestra dependencia en combustibles fósiles está convirtiendo a nuestro planeta en un espacio poco habitable.

Sin embargo, a pesar de todas las adversidades, existen proyectos y compromisos muy esperanzadores; como por ejemplo, el respiro que ya le estamos dando al planeta por menos emisiones de Co2, derivado de la disminución de movilidad durante la pandemia, así como la reducción de emisiones considerando que quemamos diariamente 100 millones de barriles de petróleo y la implicación de su extracción y refinería que derivan en enormes fumarolas que literalmente están asfixiando nuestras ciudades, provocando así la reducción de la expectativa de vida de sus ciudadanos hasta por 10 años, dependiendo de la ciudad donde vives.

Afortunadamente, ya empezamos a ver buenas noticias en algunas ciudades ejemplares del mundo donde ya existen compromisos de transición del 100 % al transporte eléctrico para el 2030 y 2040. Hoy en día 30 ciudades ya están poniendo en marcha estos proyectos, que incluyen ampliar la infraestructura urbana con más calles para el libre tránsito de peatones, ciclovías, y la creación de muchos más espacios verdes. En suma, nos trae la promoción de estilos de vida más saludables y enverdecer los espacios públicos. Bogotá, París, Barcelona y Ámsterdam son algunas de las precursoras en estos temas liderando proyectos de cero emisiones para el 2030 y justo a finales de noviembre se sumó Canadá, marcando el ritmo de cómo sí encontrar este camino sobre el uso eventual del transporte eléctrico.

Es importante resaltar que las ciudades no pueden hacerlo solas; requieren hacerlo de la mano con la industria, por ejemplo, como se ha venido haciendo con la automotriz donde Volkswagen, Daimler y Tesla han colaborado para mejorar nuestros ecosistemas a través de la eficiencia en sus procesos y con una oferta en sus productos mucho más amigables con el medio ambiente.

Ya vemos también con nuestro estado vecino, que es California, donde nos siguen mostrando con cambios de políticas públicas, que sí se puede emprender este camino verde para la región y sus ciudades; donde ya se tienen objetivos establecidos para que al 2035 el 50 % de sus vehículos sean cero emisiones y para el 2045 del 100 %.

Tuve la oportunidad, hace más de 10 años, de conducir por primera vez autos eléctricos por varios días en Quintana Roo, durante la COP-16 (Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático de 2010) y lo increíble que era llegar en la noche y simple- mente cargar los autos y listos para usar de nuevo a la mañana siguiente, obviamente la tecnología ha avanzado muchísimo, así como los puntos de recarga en el mundo que ya llegan a más de 1 millón, lo cual está facilitando mucho el ampliar su uso.

Tenemos todavía mucho por hacer y requerimos mucha más escala, pero es alentador que la tecnología ya está disponible, la clave será encontrar la mezcla de financiamiento y el avance necesario. Ahora depende de todos, de manera multisectorial, qué tan rápido vamos escalando la implementación que le urge al planeta y realmente avanzar en los hitos de la colaboración público-privada en las ciudades para lograr comunidades socialmente vibrantes y saludables.

El 70 % de la infraestructura verde debe ejecutarse en ciudades al 2030 para cumplir con la meta de no aumento de temperatura y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. América Latina es la región de mayor crecimiento urbano hacia ciudades, y por lo mismo debemos replantear la mezcla de descarbonización (construcción, movilidad, residuos y energía) con nuevos modelos incluidas nuevas empresas energéticas de renovables municipales, y los alcaldes tienen la mayor cantidad de oportunidades para reducir emisiones, pero es clave que debe de hacerse de la mano con todos los niveles de gobiernos y los sectores coordinados, para lograr la escala requerida.

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