Debilitamiento de las organizaciones sociales

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Por Dr. Moisés Salinas Fleitman

Una sociedad civil organizada fuerte es un indicador importante de una sociedad democrática. Esto es porque las organizaciones sociales, además de implementar programas que responden a necesidades a nivel de sus comunidades, tiene la función de ser un contrapeso y velar por los derechos y libertades individuales. Si bien esto es evidente en países desarrollados como Canadá, Holanda, Francia o Suecia, es aún más importante en países con economías “emergentes” en donde la sociedad civil termina solventando muchas de las funciones de redes de protección y garantía de la expresión pública independiente, que en países con economías desarrolladas y redes avanzadas de bienestar social son típicamente funciones del estado.

Es precisamente por esta importancia para la vida democrática y el desarrollo social que los obstáculos que se han impuesto a las organizaciones sociales en años recientes son altamente preocupantes. Lejos de ser un tema marginal, son un indicador fundamental de una tendencia autocrática. Hace dos años, el presente gobierno eliminó todos los apoyos públicos al sector social (también llamado a veces tercer sector). A pesar de que esto fue un duro golpe a organizaciones donatarias que trabajaban en temas como clínicas de salud comunitarias, albergues para mujeres víctimas de maltrato, o centros de apoyo educativo para niños vulnerables, el impacto no fue tan contundente ya que los apoyos públicos apenas representaban alrededor de un 10 % del presupuesto total del sector social.

Pero en el 2020, vino una segunda embestida para las organizaciones donatarias: se les prohibía recibir más del 50 % de sus ingresos por actividades que no son parte de su objeto social, bajo riesgo de ser “extinguidas”. En la práctica, eso implica que el albergue de mujeres maltratadas que procuraba fondos vendiendo prendas o artesanías producidas por sus mismas beneficiarias, tendría que parar de hacer eso (su objeto social no son ventas), y depender mayoritariamente de donativos. De otra manera, el gobierno podía decomisar todos sus bienes y activos y simplemente trasladarlos a otra organización.

Y, sin embargo, eso no fue suficiente. En el 2021, se hicieron cambios a la ley que ya no permiten la deducibilidad específica de donativos (entran ahora dentro de gastos personales). Esto sin duda reducirá el número de donativos de forma significativa, asestando el golpe final a muchas de las donatarias. La sociedad civil organizada, que había visto avances importantes al principio del milenio, se encuentra ahora en franco riesgo, y necesitamos generar conciencia de lo que esto implica para nuestra nación.

Una sociedad civil fuerte y organizada es fundamental para el desarrollo de cualquier país, pero es una amenaza para gobiernos que buscan el control de su población ya que es un garante de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión entre otros. Esperemos que en el futuro podamos ver vientos cambiantes. De un estado que no busca más el monopolio de la asistencia social, a uno que capitaliza en las fortalezas de la sociedad civil organizada para la mejora de las condiciones sociales y la transformación positiva de nuestra sociedad.

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