Cultura y ética en la gestión empresarial Para lograr un fin común

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Por Mtro. Oscar Rodríguez González
Director de Cultura y Personas / Chief Human & Happiness officer

Analizando información a la que he tenido acceso, encontré que es común observar y escuchar la inversión de millones de pesos por año en las empresas asignados en actividades de ética, valores, compliance. Ante esto, es difícil leer la primera página de una revista de negocios o de un periódico sin encontrar una nueva noticia de faltas a la ética, ya sea de un solo directivo o en algunos casos, de toda una empresa u organización. Ante lo anterior, mi primera reflexión es que ha sido inevitable preguntarme confirmar si las empresas más exitosas
en el ambiente empresarial se enfocan en valores y si éstos, son parte de
su cultura organizacional.

Investigando y analizando encontré que la ética en los negocios y los gobiernos corporativos hace ya más de 25 años fue un tema considerado por Estados Unidos en los Federal “Sentencing Guidelines for Organizations”, que hoy para las empresas cumplir un estándar básico de buen comportamiento ha resultado muy complicado incluirlo en la filosofía organizacional.

Sin duda, hoy hablar de gestionar la Cultura Corporativa buscando promover culturas éticas y de buen comportamiento en los lugares de trabajo se convierte en un must.

Algunas preguntas recurrentes a las que te enfrentas cuando comentas acerca de esta transformación de la Cultura Corporativa son: ¿Cómo pueden los líderes de empresas ayudar a crear las condiciones que permitan no solo estar en el lado correcto de la ley, sino también hacer lo correcto permanentemente y a escala? y ¿Cómo podemos sistematizar un conjunto de valores humanos y ubicarlos al centro de nuestras estrategias y operaciones?

Nuevos estudios de LRN (Legal Research Network) que dirige Dov Seidman (CEO) sugieren que la solución se encuentra cuando en lugar de enfocarse únicamente en aspectos superficiales de gobierno corporativo (reglas, regulaciones, requisitos, checklists, políticas y procedimientos), sustantivamente se enfoca en el propósito de una organización, su compromiso con valores, conciencia respecto del prójimo y de la creciente interdependencia, así como de la capacidad de crear confianza que una a sus colaboradores y determine la forma en que se relacionan unos con otros. Este enfoque debe convertirse en un aspecto central de la forma en que se hace negocio.

La mayoría de los criterios de evaluación de ética y compliance se enfocan únicamente en la existencia o ausencia de determinados elementos. Siguiendo este principio, mientras más políticas, capacitaciones o procedimientos tenga una empresa, mejor. Pero una lección clave de los recientes escándalos corporativos es que las empresas incurren en faltas a la ética sin perjuicio de la existencia de códigos de conducta. Lo que les faltaba era lo más relevante: una cultura corporativa que estableciera que la integridad, la verdad, la honestidad y el respeto son la base para hacer negocios.

El estudio más reciente de LRN (Legal Research Network), el 2016 Ethics & Compliance Program Effectiveness Report, recoge la opinión de más de 550 expertos legales y en compliance. El estudio utiliza un Índice de Efectividad de Compliance (PEI) para medir resultados respecto de tres áreas críticas del comportamiento organizacional.
• Decisiones éticas.
• Justicia organizacional.
• Libertad de expresión.

Este estudio de LRN confirma que las empresas con más altos estándares de comportamiento ético son aquellas que han colocado los valores al centro de
su estrategia organizacional.

De las empresas con mejor rendimiento, dos tercios se enfocan más en valores que en reglas. En el 90 % de dichas empresas sus valores han pasado a formar parte de su estrategia de posicionamiento de marca y para el 70 %, los valores se han convertido en un marco de referencia para la toma decisiones.

Al mismo tiempo, el reporte muestra que muy pocas compañías se hacen responsables cuando presentan conductas poco éticas. Por ejemplo, en muchos casos existe resistencia a descubrir las causas del mal comportamiento. Específicamente, menos de la mitad (47 %) de las empresas con bajo desempeño realiza esfuerzos para establecer responsabilidades ante la ocurrencia de conductas poco éticas.
De igual manera, todavía pocas organizaciones incorporan aspectos éticos en sus evaluaciones de desempeño. Por ejemplo, el 55 % de las empresas con bajo desempeño no considera el comportamiento ético a la hora de evaluar ascensos.

Poner los valores al centro de tu organización no es una tarea fácil. El resultado que se puede esperar vale la pena al encontrar una organización inspirada en un propósito, basada en valores y liderada con autoridad moral. Vamos México, ¡sí se puede!.


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