Desde el malecón de Acapulco, mujeres aguardan noticias de sus familiares tras el paso de Otis
En las riberas del malecón de Acapulco, un silencio pesado flota en el aire, interrumpido solamente por las olas que continúan su ciclo eterno, indiferentes a la tragedia que han dejado a su paso. Según un reportaje de la BBC, este es el escenario actual tras el devastador paso del huracán Otis, que ha sembrado de dolor la vibrante ciudad costera mexicana.
Entre los escombros y la desesperación, hay una historia que resuena con particular intensidad: la de las mujeres que se congregan en el malecón, ese espacio que hasta hace poco era un hervidero de alegría y actividad turística. Ahora, transformado en un lugar de espera y lamento, es el punto de encuentro de aquellas que aún guardan la esperanza de que el mar les devuelva a sus seres queridos.
Rosario Campos, con la mirada fija en el horizonte, espera noticias de su esposo. La posibilidad de que esté hospitalizado y no pueda comunicarse es el hilo frágil al que se aferra. Su esposo, conocido cariñosamente como Felipe, era marinero y clavadista, un hombre que arriesgó su vida la noche que Otis descargó su furia sobre Acapulco.
El gobierno, según las palabras de Azucena Ochoa, quien busca a su sobrino Mauricio, no ha proporcionado la ayuda necesaria para la búsqueda en el mar. Las familias afectadas se sienten abandonadas, con pocas opciones y recursos para emprender la búsqueda por su cuenta.
La esperanza y la desesperación se entrelazan en las historias que salpican el malecón. Elizabeth Rodríguez mantiene la esperanza de encontrar a su hijo Brian, cuyo nombre apareció en la lista de un hospital pero cuyo paradero sigue siendo un misterio.
La tragedia ha tocado a personas de todas las edades. Felipe, el adolescente hijo de Rosario, busca incansablemente a su padre, sumergiéndose en las aguas que se llevaron su embarcación. Su determinación es férrea, pero también lo es su resolución de no seguir los pasos de su padre si eso significa arriesgar su vida durante futuros huracanes.
El malecón de Acapulco y sus alrededores reflejan un escenario desolador. Las embarcaciones destrozadas son un testamento silente del poder del huracán y de la vulnerabilidad de quienes dependen del mar para su sustento.
La BBC describe esta situación con una agudeza que pone de manifiesto la fortaleza y la desesperación de la comunidad costera, unidas en la calamidad, sosteniéndose mutuamente en la espera y en el dolor. El malecón, una vez símbolo de escape y placer, se ha convertido en un testimonio de pérdida y de la incansable búsqueda de respuestas que se llevó el huracán Otis.