Energía el gran trasfondo de la geopolítica mundial

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Por Fernando Núñez de la Garza Evia  / Coordinador de Relaciones Institucionales y Presidencia del Consejo de Marhnos

La energía es el gran motor de la historia universal. Su dominio está detrás del ascenso de las grandes civilizaciones e, indudablemente, el progreso es imposible sin ella. Albert Einstein lo resumió magistralmente: “Todo es energía y eso es todo lo que hay”. Hoy en día, detrás de muchos de los acontecimientos geopolíticos mundiales se encuentra, precisamente, el ingrediente energético. Y el caso de Rusia y China son ejemplos paradigmáticos en ese sentido.

En Europa se desarrolla el conflicto bélico más grande desde la Segunda Guerra Mundial. La guerra obedece a un proyecto imperial ruso y a una amenaza a su seguridad nacional. Sin embargo, la energía juega un papel clave en esta nueva contienda geopolítica. Previo al conflicto, la Unión Europea importaba el 40 % de su gas, el 27 % de su petróleo y el 46 % de su carbón de Rusia. Con la llegada del invierno, el gobierno ruso reiteradamente chantajeaba a los países del este europeo, deteniendo la exportación de gas si no apoyaban determinadas políticas del Estado ruso.

Los dos gasoductos Nord Stream, que atraviesan el Mar Báltico para conectar directamente a Rusia con Alemania, le dieron más margen al país eslavo para extorsionar a sus vecinos: al cerrar la llave del gas a Polonia o Ucrania, el país germano podía seguir recibiendo el fundamental recurso energético. No resulta raro entonces que Estados Unidos se haya opuesto a la construcción del segundo gasoducto Nord Stream. Y tampoco resulta raro que, al comenzar la guerra, se produjesen dos grandes explosiones en este último gasoducto, quedando completamente inutilizado (los servicios de inteligencia estadounidenses sugirieron que fue un sabotaje de grupos pro-ucranianos). A raíz del conflicto, Europa ha reducido de manera considerable su dependencia energética rusa con mayores inversiones en energías renovables, la importación de combustibles fósiles de nuevos países, y la construcción de terminales de gas natural licuado para importarlo de su gran aliado, Estados Unidos.

Si Rusia representa un considerable desafío geopolítico, China constituye un reto vastamente mayor. Y si Rusia es un productor y exportador de energía, China carece de los suficientes recursos energéticos para satisfacer su apetito. Lo anterior ha obligado al gigante asiático a buscar agresivamente mercados que puedan saciar su sed energética ya que el 85 % del petróleo, el 40 % del gas y el 7 % del carbón que usa para consumo interno provinieron del exterior en 2022. Dicho de otro modo, China consumió una cuarta parte de los productos energéticos a nivel mundial durante ese año.

Que Occidente les haya cerrado la puerta a las exportaciones y productos rusos ha beneficiado a China. El oso ruso, desesperado por encontrar nuevos mercados para vender sus combustibles fósiles, ha encontrado refugio en el mercado chino, principalmente. Sin embargo, también se ha visto obligado a vender sus productos a precios descontados, haciéndolo más vulnerable a los vaivenes del dragón asiático. El gasoducto Poder de Siberia 1, que atraviesa las vastas llanuras de Siberia del Este, lleva gas hasta Shanghái. Sin embargo, también se contempla construir un segundo mega-gasoducto para reemplazar a Nord Stream 2, denominado Poder de Siberia 2, el cual conectaría a Siberia del Oeste con China.

No obstante, China, como Rusia, también tiene un proyecto imperial en los mares del sur y este de China, además de preocupaciones de seguridad nacional. La Armada estadounidense controla los carriles marítimos a través de los cuales China recibe una parte considerable de sus recursos energéticos del exterior. Con el fin de disminuir su vulnerabilidad en caso de un conflicto bélico con Estados Unidos, China ha invertido fuertemente en energías renovables: p. ej., posee alrededor del 80 % de la capacidad de fabricación solar a nivel mundial. Pero la nación asiática también ha diversificado los países de donde obtiene sus combustibles fósiles, fortaleciendo sus alianzas con rivales occidentales como Irán y Rusia. Más aún, el mar del Sur de China alberga vastas reservas de gas y petróleo, las cuales están “subexploradas debido a disputas territoriales”, de acuerdo con el Departamento de Energía de Estados Unidos. Y es ese mar –junto con el mar del este de China– el cual es visto por la propia China como parte integral de su territorio, incrementándose así las tensiones con sus vecinos asiáticos y con la gran potencia del Pacífico: Estados Unidos.

Europa y Asia representan solo dos ejemplos de regiones con crecientes tensiones geopolíticas donde la energía juega un papel central.

La guerra en Europa y la situación política en Asia representan solo dos ejemplos de regiones con crecientes tensiones geopolíticas donde la energía juega un papel central. No obstante, el subcontinente indio, el Medio Oriente y nuestra región de América del Norte también resultarán áreas cruciales para la historia del siglo veintiuno. Ante un mundo crecientemente complicado, es de esperarse que diversos actores en Estados Unidos estén empujando por un esquema de seguridad energética para la región de Norteamérica. Indudablemente, nuestra región necesita urgentemente un nuevo mapa energético, y México debería tener la visión para empujar en ese mismo sentido.

Para disminuir su vulnerabilidad China posee cerca del 80 % de la capacidad de fabricación de energía solar a nivel mundial

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