Entre todos construimos resiliencia.

“Lo único constante y seguro en la vida es el cambio”, esta es una frase cotidiana y resulta interesante saber que aplica en todo ámbito; en donde las organizaciones no son la excepción.

Cuando hablamos de cambio, es normal pensar en miedo, crisis, resistencia y conflicto, entre otros aspectos; y cuando se posee la capacidad de resistir, superar y, salir transformado y fortalecido de algún acontecimiento “cambiante”, podemos hablar de resiliencia.

En situaciones de cambio, las organizaciones necesitan que las personas estén dispuestas a dar un extra más, aun en situaciones volátiles y de incertidumbre, es la fuerza de donde emana la resiliencia.

Con base en los resultados 2018 de la Encuesta de Ambiente Laboral, Trust Index®, las organizaciones certificadas como excelentes lugares de trabajo en México, encuentran que sus colaboradores están 13 veces más dispuestos a hacer un esfuerzo extra para realizar su trabajo[1].

Pero hablar de un esfuerzo extra por parte de los colaboradores es solamente un elemento en la constitución de la resiliencia organizacional.

Cada vez son más las organizaciones que construyen y sostiene una Cultura de Confianza, en donde se fomente el reconocimiento al logro y las habilidades, la tolerancia al error y el impulso a la innovación como mecanismos que permitan sortear favorablemente cualquier situación adversa.
El rol del líder también se convierte en un aspecto resiliente fundamental, donde las relaciones basadas en confianza se vuelven factores estabilizadores para su equipo de trabajo ante un entorno volátil. A nivel de operatividad es  indispensable que los líderes accedan a procesos flexibles y rápidamente adaptables, que les permitan reaccionar y resolver eventos inesperados.

Bajo el modelo de GPTW™ el rol del líder tiene un nivel destacado para facilitar la transformación de su organización en situaciones de cambio, la  “Triada de la Confianza” posee elementos, que transformados en acciones, contribuyen al banco de resiliencia organizacional.

Credibilidad.

Hay veces en que las noticias que se deben compartir no son buenas, pero es necesario hacerlo con el mayor nivel de transparencia y claridad; además,  asegurarnos que los colaboradores se sienten escuchados y tomados en cuenta.

Demostrar que se cuenta con las habilidades y el conocimiento para resolver y actuar, sobre todo, el conocer las potencialidades y limitaciones de cada uno de los colaboradores y sacar el mayor beneficio de ellos.

Es claro que cuando existe confianza en la persona que lleva el timón en el equipo, la gente no dudará en apoyar, contribuir y sumarse a una nueva ola de cambios.

Respeto.

Sumarse, dejar la figura de estar por encima y trabajar al lado del equipo ocupando un rol de apoyo y no solo girar instrucciones, meter las manos y hacer lo necesario en conjunto; además, proporcionar los elementos necesarios para que los colaboradores puedan contribuir activamente.
Tomar en cuenta a cada uno de los miembros del equipo, valorando y reconociendo el impacto que cada modificación tendrá en el hacer diario para cada uno de ellos. Vale mucho la pena premiar y reconocer el esfuerzo, actitud y sobre todo la motivación constante de innovar.

Imparcialidad

En procesos de cambio o crisis, es común apoyarnos en las personas que resuelven pronto o dan buenos resultados, esto resulta contradictorio ya que solemos sobrecargar a algunos y dejar de lado a otros.

Aplicar en todo momento el trato justo  y ante la crisis mantener el barco a flote, dando el peso debido a cada persona y situación favorecerá el rol del líder.

Todo lo anterior, no hace más que evidenciar el rol tan importante que cultura, colaboradores y líderes tienen ante un proceso de transformación; en donde sin duda las organizaciones con culturas de Alta Confianza llevan ventaja para afrontar los cambios y salir fortalecidas, apostando por la resiliencia organizacional basada en la confianza.