El mundo en modo Zen

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Aunque parezca una batalla perdida, una guerra sin final feliz hay que darla por las nuevas generaciones

Por Raúl Rodríguez Rodríguez, analista y escritor.



 

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, popularizados bajo el acrónimo de ODS, surgieron en el año 2015 con un documento que llama al mundo a transformarse. En otras palabras, esa agenda, cuya fecha de cumplimiento es el 2030, tiene el propósito de transmutar al planeta, es decir, convertirlo en otra cosa distinta a la que hoy es.

Parece un juego de palabras, pero no lo es. Los sinónimos del término “transformar” incluyen los conceptos de cambiar, alterar, modificar, mudar, transfigurar. Y eso es lo que los 193 estados miembros de la ONU firmaron hace cinco años: diecisiete compromisos, cada uno de los cuales tiene a su vez sub-objetivos, que pretenden darle la vuelta a la situación cataclísmica que vivimos, donde todo está colapsando y amenaza con convertirse en un efecto dominó.

Los diecisiete objetivos se antojan inabarcables, pero -como casi todo en la vida- no son un punto de llegada sino una mera referencia, una aspiración a la que debemos acercarnos. Nadie puede pretender la perfección, menos si hablamos de esfuerzos colectivos donde cada cabeza es un mundo. Pero sí podemos exigirnos como individuos y como sociedades para que nuestra altura de miras sea mayor a las que pobremente hemos aspirado en las últimas décadas.

Los propósitos por alcanzar en 2030 son el fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, energía no contaminante, acción por el clima, rescatar la vida submarina, consumo responsable, paz y justicia, entre otros. Todo un rosario de esperanzas cuasi fantasiosas si atendemos la realidad de la que partimos.

 

El mundo no nos fue heredado por nuestros padres, nos fue prestado por nuestros hijos”

 

Si logramos avanzar con los ODS, una era de prosperidad se anunciará en el horizonte para la vida del planeta y para la existencia de cada uno de nosotros. Esfuerzos como los que despliega la comunidad de la revista GANAR-GANAR, sin duda suman a ese gran propósito. Empresarios comprometidos con un modelo de desarrollo sustentable, solidario, respetuoso de toda la cadena de valor. No hay duda, si el mundo se viviera en modo Zen sería un hogar mucho más habitable que el actual.

 

 

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