¿Arbolitos naturales o artificiales? El largo debate sobre cuál es mejor para el medio ambiente
Anualmente, 99 millones de hogares en Estados Unidos montan arbolitos de Navidad, independientemente que sean naturales o artificiales.
Datos de diversas instituciones apuntan que 40 millones de nuevos árboles son vendidos todos los años. 27 millones naturales y 13 millones artificiales.
Desde hace décadas, existe el debate de cuál opción es peor o mejor para el medio ambiente. Mientras que los defensores de árboles artificiales dicen que su opción evita la deforestación, sus contrapartes argumentan que al concluir el tiempo de vida de estos productos, generan un catastrófico impacto ambiental por su material plástico.
Si bien los árboles naturales son más vendidos anualmente, los artificiales son los más utilizados. De los 99 millones de hogares que montan su arbolito, 59 millones usan artificiales, según datos de la Asociación Nacional de Árboles de Navidad (ACTA, por siglas en inglés), defensora de los árboles artificiales.
La organización añade que estos productos tienen al menos 11 años de vida útil. En una encuesta que realizaron, se concluyó que 85% de los hogares que compra árboles artificiales lo reusará al menos un año más.
“De las decenas de variedades, tamaños, formas, colores y opciones de compra disponibles, realmente hay un árbol de Navidad para cada familia, para cada habitación e incluso para el patio delantero”, dijo Jami Warner, Director Ejecutivo del ACTA, en la página web de la asociación al publicar la encuesta.
Cabe señalar que, en Estados Unidos, un arbolito artificial tiene un costo promedio de 50 dólares, mientas que uno natural puede costar la mitad.
Por otro lado, la Asociación Nacional de Árboles de Navidad (NCTA , por su siglas en inglés), representada por 700 granjas en 29 estados apunta que los 27 millones de árboles naturales que se compran en Estados Unidos cada año son cultivados por las comunidades locales. Por ello, consideran que comprar un árbol natural significa, entonces, apoyar la economía y prosperidad local.
¿Cuál es mejor?
La firma británica Carbon Trust, que se dedica a la evaluación de estrategias pro ambientales indica, que a nivel global, las operaciones de tala de árboles, así como el transporte, tienen una altísima huella de carbono.
Los árboles naturales, de 2 metros por ejemplo, que terminan en vertederos dejan una huella de carbono de 16 kg de emisiones de CO2. Sin embargo, cuando estos son reciclados o procesados, suelen tener una huella de más o menos 3.5 kg de CO2.
Los árboles artificiales, por otro lado, del mismo tamaño, cuando finalmente llegan a los vertederos cuentan con una huella de 40 kg de CO2.
Es decir que habría que reutilizar el árbol artificial 10 veces, no para ahorrar sino para mantener su impacto ambiental a la par del árbol natural reciclado. Tomando en cuenta que tienen 11 años de vida, es posible, pero no se puede calcular cuantas personas realmente lo hacen.
¿La solución?
La mejor solución sería que existiera un sistema de cultivo local de árboles naturales, con procesos ambientalmente responsables, y que estos cubran la demanda en su respectivo país, con posteriores procesos de reciclaje y que las labores de transporte sean mediante vehículos sin emisiones.
Esto además de fortalecer la economía interna, sería un buen método de control de cuántos árboles se cultivan para su venta, no habría deforestación porque el cultivo sería focalizado y controlado, así como su post uso.
Ahora, un sistema así, con alcance masivo y global, no existe.
El uso de los árboles artificiales podría también ser efectivo, solo si los compradores se comprometen a reutilizarlos durante los siguientes 10 años, lo cual es improbable.
Hay modelos de negocio que consisten en la renta de árboles artificiales, por parte de empresas que los alquilan a módicos precios, los reciben de vuelta, y pueden controlar el plástico una vez se expira su tiempo de vida y se convierten en desecho, remitiéndolos a organizaciones de reciclaje.