El resurgir de la tierra: La apuesta corporativa por la agricultura regenerativa

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Agricultura regenerativa

La consciencia ambiental está calando en el núcleo de la estrategia corporativa, y un término resuena con fuerza en las salas de juntas de algunas de las mayores corporaciones del mundo: agricultura regenerativa. Se trata de una filosofía agrícola que Bayer, Walmart, Nestlé y Unilever, entre otras, están integrando paulatinamente en sus cadenas de suministro, no solo como una medida de compensación ambiental sino como un motor de restauración ecológica.

Este interés corporativo en la agricultura regenerativa no surge de la nada. Los informes sobre el cambio climático y la degradación de los suelos son cada vez más alarmantes, y la agricultura se encuentra en el centro de este dilema. La FAO señala que la agricultura convencional es responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. No obstante, un giro hacia prácticas regenerativas podría revertir esta tendencia. Un estudio de Rodale Institute afirma que, si se aplicaran estas prácticas a nivel global, sería posible secuestrar más carbono del que se emite anualmente.

Pero ¿en qué consiste esta práctica que ha capturado la atención de gigantes industriales? La agricultura regenerativa engloba una serie de técnicas que van un paso más allá de lo orgánico. No se limita a evitar químicos dañinos, sino que procura activamente mejorar la tierra que utiliza. Esto se traduce en prácticas como la rotación de cultivos, el pastoreo gestionado, la minimización del laboreo y la cobertura vegetal permanente, todas destinadas a enriquecer la biodiversidad del suelo, optimizar los ciclos hidrológicos y fortalecer el ecosistema.

La implicación corporativa en la agricultura regenerativa no solo es una respuesta a la presión de consumidores conscientes o a las exigencias de inversores preocupados por la sostenibilidad. También hay un fundamento económico sólido. Según la Business and Sustainable Development Commission, la transición hacia prácticas empresariales sostenibles en la alimentación y la agricultura podría desbloquear oportunidades comerciales valoradas en 2.3 billones de dólares para 2030.

Veamos algunos ejemplos concretos. Bayer se ha propuesto ser carbono neutral para 2030 y está formando a agricultores en técnicas de cultivo sostenibles. Walmart, por su parte, ha delineado un objetivo ambicioso: la regeneración de 50 millones de acres de tierra y un millón de millas cuadradas de océano para 2030. Nestlé está trabajando para mejorar la gestión de medio millón de hectáreas de tierras de cultivo, y Unilever ha establecido un fondo de mil millones de euros dedicado exclusivamente a la agricultura regenerativa.

Estos compromisos no son solo promesas vacías para mejorar la imagen de marca. Detrás hay planes de acción detallados y seguimiento de resultados. Por ejemplo, Unilever ha informado que, para finales de 2020, 1.3 millones de hectáreas ya estaban siendo cultivadas utilizando prácticas regenerativas, lo que indica un progreso tangible hacia su objetivo.

Más allá de la mera cifra de negocio, estas compañías están reconociendo que su supervivencia a largo plazo está intrínsecamente ligada al bienestar del planeta. Al implementar la agricultura regenerativa, se contribuye a la creación de un sistema alimentario más resiliente, capaz de enfrentar los desafíos del cambio climático.

La agricultura regenerativa también tiene el potencial de transformar comunidades rurales, mejorando la calidad de vida de los agricultores y asegurando la producción de alimentos nutritivos y accesibles para las poblaciones locales. Esta perspectiva social es otra razón por la que muchas empresas ven en la agricultura regenerativa una inversión a futuro.

A medida que estas prácticas se extienden, también lo hace la investigación y desarrollo en el sector, lo que a su vez genera innovaciones que pueden aplicarse en una gama más amplia de contextos agrícolas. El flujo de conocimiento entre corporaciones, investigadores y agricultores es vital para el éxito continuo de la agricultura regenerativa.

En el horizonte, el cambio es palpable. La convergencia entre sostenibilidad y rentabilidad es cada vez más clara para las corporaciones. Con la crisis climática como telón de fondo, las empresas que no se sumen a este movimiento regenerativo pronto podrían encontrarse en desventaja. La agricultura regenerativa se está posicionando no solo como una moda pasajera, sino como un componente esencial de la estrategia empresarial del futuro. Y en este futuro, las empresas que lideren el camino hacia prácticas más sostenibles podrán no solo presumir de una mejor imagen, sino también de una mayor resiliencia y rentabilidad.

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