El planeta no puede sobrevivir sin empresas
Por Gabriel Quadri de la Torre
Político, ecologista liberal e investigador mexicano
Obligadamente, la protección y la conservación ambiental, la lucha contra el calentamiento global y la descarbonización, requieren de mercados financieros y oportunidades de negocio, inversión privada, competencia, innovación y desarrollos tecnológicos acelerados. Desde luego, con un contexto regulatorio habilitador y promotor por parte de los gobiernos, contexto que se debe enfocar en dos ámbitos.
El primero incluye a mercados y sectores inherentemente ambientales y climáticos, como es el caso de equipos para el tratamiento y reúso de aguas residuales, economía circular y manejo de residuos, control de emisiones, energías limpias, carne vegetal y de células madre, electrificación, hidrógeno, baterías y almacenamiento de energía, remediación de suelos, eficiencia energética y compensación de emisiones en mercados de carbono.
En el otro ámbito están las empresas que emiten –directa o indirectamente– los gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global. Se trata de sectores, industrias y actividades económicas como la energía, siderurgia, cemento, petroquímica, química, automotriz, sector agropecuario, entre otros muchos. Ahí, es donde se imponen imperativos corporativos de sustentabilidad ambiental y climática, incluyendo descarbonización.
Estos, forzosamente, deben ser pilares de estrategia, desempeño, competitividad, creación de valor y viabilidad a largo plazo de las empresas, ya que se relacionan directamente con su vida productiva por medio del uso de recursos e insumos, costos de operación, suministro y uso de la energía, oportunidades comerciales, licencias sociales para operar, competitividad, y desempeño accionario. Igualmente, con reportes a los mercados de valores y financieros, diseño y desarrollo de nuevos productos y servicios, gestión de suministros y cadenas de valor, atracción de talento, relaciones con proveedores y clientes, y relaciones institucionales y gubernamentales.
Los imperativos de sustentabilidad, se vinculan también con riesgos que enfrentan las empresas en materia ambiental y de exposición y vulnerabilidad al cambio climático, través aumento en costos de capital, reducción del valor accionario, primas de seguros, responsabilidades civiles y penales, boicot de consumidores, impactos a la reputación, regulaciones gubernamentales inesperadas, y exigencias de los mercados financieros y de valores.
Es importante identificar las áreas relevantes de política corporativa de sustentabilidad. Además del manejo de riesgos ambientales y climáticos, destacan las propias necesidades de adaptación al cambio climático; abastecimiento y uso de energía; inventarios de emisiones de Gases de Efecto Invernadero; transición energética y alternativas de eficiencia energética y energía limpia; estrategias y políticas de descarbonización, compensación y de neutralidad en carbono; cumplimiento (Compliance) con el marco regulatorio ambiental relevante; gestión de emisiones de contaminantes; manejo de residuos; aguas residuales; consumo de agua; impacto en la biodiversidad; análisis de sustentabilidad de procesos, Huella Ecológica; y, Economía Circular.
Lo anterior debe ser integrado en la gestión estratégica de la empresa, y proyectarse en planes y modelos de negocio y desarrollo corporativo, y reportes y documentos de revelación de información a mercados financieros y de valores. Debe subrayarse la importancia de un plan a largo plazo de descarbonización para las empresas (eliminación de emisiones de CO2).
El mundo se ha fijado, a través del Acuerdo de París, el objetivo de llegar al año 2050 con cero emisiones netas de CO2, como compromiso para los gobiernos y las empresas. Hoy en día, miles de empresas globales han asumido estos objetivos y tratan de plasmarlos en planes y políticas tecnológicas y comerciales. Cada vez más, serán empujadas por gobiernos, instituciones internacionales, opinión pública, consumidores, y mercados financieros, a diseñar estrategias consecuentes y a cumplirlas con metas intermedias al 2030 y al 2040. Esto representa la verdadera revolución industrial para el siglo XXI. Sólo las empresas que lo logren podrán asegurar su supervivencia, competitividad y desarrollo. La descarbonización conlleva políticas y decisiones tecnológicas y comerciales también, en su cadena de proveeduría, flujo abajo en su cadena de valor, y en el suministro de energía. Esto, engancha necesariamente a las pequeñas y medianas empresas. Dado que existen ciertos procesos, e incluso ramas industriales completas donde es aún muy costosa e impracticable una descarbonización total, el planteamiento de “cero emisiones netas”, significa la compensación de emisiones a través de proyectos de captura de carbono forestal, básicamente, de restauración de bosques tropicales. Otras opciones, como la captura directa de CO2 del aire por medio de sistemas electroquímicos y mecánicos son termodinámicamente imprácticas e increíblemente costosas.