¿Qué aprender de las comunidades indígenas?
Claudia Porte Petit
El 9 de agosto se celebró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas en el Mundo.
Antes que nada, comenzaremos recordando el significado de la palabra indígena. De acuerdo con el diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, significa: Originario de un país, independientemente de su etnia.
Partiendo de este punto, continuemos. El número de pueblos indígenas que existen en la actualidad, de acuerdo con un Informe del Banco Interamericano de Desarrollo, se calcula que hay alrededor de 476 millones de personas indígenas en todo el mundo. Lo que constituye solo el 6% de la población mundial y, aún así, ayudan a la conservación del 80% de la biodiversidad.
Históricamente, los pueblos indígenas han sido desplazados de sus lugares de origen, obligándose a vivir en regiones que carecen de todo lo necesario para un adecuado desarrollo de su comunidad. Han tenido que aprender a trabajar la tierra y aprovechar los recursos naturales que los rodea y de los que dependen, sin perder esa vinculación con su identidad, cultura y costumbres. Demostrando que no existe una comunidad social con más resiliencia que la indígena.
Aún en la actualidad, la mayoría de estos pueblos originarios han procurado mantener su propio idioma o lengua nativa de la región a la que pertenecen. Este rasgo es fundamental dentro de sus comunidades. También, es común que sean representadas por líderes y organizaciones propias tradicionales, que son distintas de la sociedad o cultura dominante.
Aún con un nivel de adaptabilidad extraordinario, las comunidades indígenas han resultado ser uno de los segmentos de la población más golpeados por la pobreza extrema, por la desigualdad y la exclusión a nivel mundial. Además, si agregamos el impacto ambiental provocado por el cambio climático; los desastres naturales o bien, las enfermedades, -como la eventual pandemia que se ha vivido en los últimos años de la COVID-19; la falta de acceso a sistemas de salud y educación de calidad; agua y saneamiento; seguridad alimentaria y bienestar social, son factores que han contribuido a agravar aún más sus vulnerabilidades.
Ante este panorama, organismos internacionales se han preocupado y ocupado en los últimos años de proteger y ofrecer soluciones a las precarias condiciones de vida de estas comunidades. Tal es el caso, del Banco Interamericano de Desarrollo, que ha establecido diferentes programas y acciones en conjunto con gobiernos para la defensa y la protección de las comunidades indígenas. Entre los factores que se busca mejorar y fortalecer se encuentran: la seguridad de la tenencia de la tierra, promover las inversiones públicas en servicios de salud de buena calidad y educación adecuados, lograr una alimentación con el nivel nutricional para un buen desarrollo físico y mental y, ampliar y reforzar los derechos humanos de estas comunidades. Estos son algunos retos que hay que resolver a largo plazo para contribuir, al mismo tiempo, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Es tiempo de reflexionar sobre lo que podemos aprender de esas comunidades. Desde su forma de vida amigable con el medio ambiente, -ellos no explotan los recursos naturales al máximo-, únicamente viven y conviven en un entorno donde no es necesario ser un depredador que arrase con todo a su paso.
El planeta está agotado, sobreexplotado, estamos viviendo la peor crisis ambiental en los últimos años. Es necesario lograr un impacto colectivo positivo con soluciones sostenibles que nos fortalezcan y beneficien a todos, ahora y en el futuro. Son muchas las asignaturas pendientes, pero es necesario volver a reconectarnos con esas enseñanzas que podríamos tener de las comunidades indígenas. Encontrar el punto medio perfecto entre el presente de la modernidad e innovación, el pasado productivo y el futuro sustentable.