¿Por qué estamos cambiando la leche por alternativas sostenibles?

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Leche

En una sociedad cada vez más consciente de la sostenibilidad y en la búsqueda de opciones más amigables con el medio ambiente, uno de los productos tradicionales que se encuentra bajo escrutinio es la leche de vaca. El auge de los alimentos de origen vegetal y el temor a las intolerancias alimentarias han llevado a reconsiderar la posición de este producto en nuestra dieta.

Un reciente estudio realizado por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) ha resucitado el debate sobre las bondades de la leche en el contexto actual. Este estudio examinó 181 “leches vegetales”, es decir, bebidas hechas a partir de soja, avena, arroz o almendra, evaluando sus ingredientes, componentes adicionales y valor nutricional.

Las conclusiones de este estudio no favorecen a estas alternativas vegetales (solo una de ellas, la de almendra, tiene permiso para usar el término “leche” en su etiquetado en España, principalmente por razones históricas más que de composición). En términos de ingredientes, el estudio encontró que el agua constituye en promedio el 90% del contenido de estos productos, llegando incluso al 98% en el caso de la leche de almendra. El siguiente ingrediente más común en estas bebidas es el elemento vegetal del que toman su nombre. Pequeñas cantidades de sal, azúcar, aceite vegetal, vitaminas y calcio añadido completan la mezcla.

Ahora, ¿son estas alternativas más sostenibles que la leche de vaca? Rafael Urrialde, profesor de las Universidades Complutense y San Pablo CEU y vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición, argumenta que compararlos es difícil. “La leche de vaca se podría comparar con otras leches de secreción de glándula mamaria, como la de oveja o la de cabra, pero nunca con bebidas vegetales porque estas no son lácteos. La Unión Europea prohíbe expresamente llamar a estas bebidas ‘leche’ y no las acepta como productos sustitutivos ni como alternativas.”

Aunque las alternativas vegetales destacan por su bajo contenido de aditivos, aromas, sal y grasas, la OCU también subraya que su valor nutricional es limitado más allá de su capacidad para hidratar. Rafael Urrialde argumenta que perseguir la leche de vaca carece de base científica. “Es cierto que, debido a su contenido de grasa, conviene limitar su consumo a dos o tres porciones al día, pero más allá de eso no hay razón para temerla.”

En este contexto, la leche sin lactosa se convierte en un caso destacado. Aunque es esencial para personas con intolerancia a la lactosa, muchas personas sin esta condición también la prefieren en la creencia de que es más sostenible que la leche convencional. Sin embargo, la única diferencia es la lactosa. Quienes excluyen la lactosa de su dieta sin necesidad médica se pierden los beneficios que ofrece este azúcar natural presente en la leche.

El auge de la comida vegana y la percepción de las alternativas no animales como más éticas y sostenibles han impulsado el crecimiento de las bebidas vegetales. Mientras que Urrialde no ve una guerra entre la leche vegetal y la leche de vaca, argumenta que ambas pueden coexistir. Las bebidas vegetales pueden tener sus propias ventajas, pero la leche de vaca sigue siendo una opción nutricionalmente valiosa arraigada en la historia. La decisión de cambiar a alternativas sostenibles es valiosa, pero es esencial considerar todas las dimensiones antes de tomar una decisión informada sobre la nutrición y la sostenibilidad.

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