¿QUÉ FALTA PARA TENER MÁS CASOS DE  CIRCULARIDAD  EXITOSOS?

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Por Juan Carlos Camargo

Director Ejecutivo, Iniciativa GEMI

La economía circular es uno de esos temas que durante un tiempo dominan la conversación y las agendas de sustentabilidad de las empresas, todo mundo habla de ella, surgen expertos por todos lados, hay decenas de seminarios, paneles de discusión y publicaciones. Sin embargo, lo que no hay son resultados concretos, en la misma proporción con la que se habla sobre el tema.

Esto lo confirma la reciente publicación del Circularity Gap Report, donde se presenta el decepcionante dato de que la circularidad de materiales en el mundo disminuyó de 9.1 % en 2018 a 7.2 % en 2023.

En la publicación del reporte se menciona que para pasar de la teoría a la práctica es necesario propiciar tres elementos facilitadores:

1. Establecer políticas y marcos jurídicos que incentiven las prácticas sostenibles y circulares y penalicen las perjudiciales.

2. Desarrollar conocimientos y competencias circulares.

3. Ajustar las políticas fiscales e inversión pública para crear precios reales y garantizar que las soluciones circulares se conviertan en instrumentos más valiosos y empiecen a sustituir a las normas lineales.

Por supuesto existen casos exitosos de transformación de procesos lineales a circulares, pero no alcanzan una masa crítica que movilice a un mayor número de empresas hacia la circularidad de sus productos y procesos. La empresa Bio Pappel es un buen ejemplo de circularidad, donde han cerrado ciclos de materiales, el uso al 100 % de materia prima reciclada y el reciclaje del agua en sus procesos.

Sin embargo, hacen falta más casos de éxito que transciendan el solo reciclaje de materiales y exploren otras soluciones que conserven el valor de los productos en la economía el mayor tiempo posible, que es lo que persigue a fin de cuentas la economía circular.

He podido observar dos aspectos clave que explican en cierta medida la falta de más casos exitosos de circularidad. El primero es que soluciones más avanzadas requerirán modificar o cambiar totalmente el modelo de negocio y esto es algo nada sencillo para una empresa.

El segundo es la falta de los indicadores necesarios que verdaderamente le permitan a las empresas medir la circularidad de una iniciativa. El caso más claro es el del reciclaje de materiales, comúnmente se mide el éxito de la iniciativa con el porcentaje de material reciclado, sin conocer en qué se está utilizando. Un mejor indicador sería la disminución en el uso de materia prima virgen, ya no solo por iniciativas de reciclaje, sino también por reutilización o reacondicionamiento. Este indicador alentaría la recuperación de los materiales para reducir el consumo de materia prima y generar ahorros en los costos de operación.

Finalmente, la participación del gobierno es un elemento fundamental para establecer un marco que permita e incentive la adopción de iniciativas de circularidad. No me refiero a una ley de economía circular, sino más bien de una hoja de ruta y un marco regulatorio que guíe a los diferentes actores económicos para conseguir efectivamente procesos y productos circulares, y al final una economía circular para tener un mejor y más sostenible uso de los recursos.

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